Miranda y el Club de la Presión


Miranda era una niña muy especial. Desde pequeña, había demostrado ser muy inteligente y aplicada en sus estudios. Siempre sacaba las mejores notas de su clase y se esforzaba al máximo para aprender cada día más.

Pero no solo era buena en la escuela, también le encantaba practicar deportes. Todos los días salía a correr por el parque cercano a su casa junto con sus dos perros, Rocky y Lila.

Ellos eran sus compañeros fieles que la protegían y amaban tanto como ella a ellos. Además de todo esto, Miranda era una niña muy limpia y ordenada. Su habitación siempre estaba impecablemente arreglada y no soportaba ver cosas fuera de lugar o sucias.

Un día, mientras caminaba por el parque con sus perros, encontró un papel tirado en el suelo.

Lo recogió para tirarlo a la basura pero notó que tenía algo escrito en él: "¿Quieres ser parte del Club de Aventuras?"Miranda sintió curiosidad e hizo lo que indicaba el papel: seguir las flechas dibujadas hasta llegar al lugar donde se reunían los miembros del club.

Al llegar allí, encontró un grupo de niños reunidos alrededor de una chica llamada Sofía quien les explicaba sobre las aventuras que podrían vivir juntos si formaban parte del club. Miranda se emocionó al escuchar esto pero cuando preguntó qué tipo de aventuras eran, Sofía respondió: "Son aventuras peligrosas e ilegales".

Miranda quedó sorprendida y decidió no unirse al club ya que sabía que eso podría ponerla en riesgo y hacerla perder su buena reputación.

Sin embargo, Sofía no estaba dispuesta a aceptar un —"no"  como respuesta y comenzó a acosar a Miranda para que se uniera al club. Incluso llegó a amenazarla con decirle a todos en la escuela que era una cobarde si no lo hacía. Miranda se sintió muy presionada y triste por esta situación pero sabía que debía hacer lo correcto.

Así que decidió hablar con sus padres y contarles todo lo que había pasado. Ellos la apoyaron incondicionalmente y juntos buscaron una solución para detener el acoso de Sofía.

Finalmente, lograron hablar con los padres de la chica quien entendió la gravedad de la situación y pidió disculpas por el comportamiento de su hija.

A partir de ese momento, Miranda aprendió una gran lección sobre ser fiel a sí misma y hacer lo correcto aunque eso signifique enfrentarse a situaciones difíciles. Además, comprendió la importancia de rodearse de personas positivas que la apoyen en lugar de ponerla en peligro o presionarla para hacer cosas equivocadas.

Desde entonces, Miranda siguió siendo una niña ejemplar en todos los aspectos: estudiando duro, practicando deportes junto a sus perros fieles y manteniendo siempre su habitación limpia y ordenada. Pero ahora también había aprendido cómo lidiar con las situaciones difíciles sin tener miedo de pedir ayuda cuando lo necesitara.

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