Miranda y el poder de los ladridos
Había una vez una niña llamada Miranda, quien tenía ojos azules como el cielo y un hermoso pelo castaño que le llegaba hasta los hombros.
Miranda siempre era muy lista y amable con todos, y su sonrisa iluminaba cada lugar al que iba. Miranda estaba a punto de cumplir 7 años, y su mayor deseo era conocer a su princesa favorita: Baiana. Baiana vivía en un reino mágico lleno de aventuras y sorpresas.
Miranda soñaba con ser como ella, valiente y decidida. Sin embargo, había algo que preocupaba a Miranda: tenía mucho miedo a los perros. Cada vez que veía uno, se ponía nerviosa y se escondía detrás de sus padres.
Pero Miranda sabía que si quería convertirse en la verdadera heroína de su historia, debía superar ese miedo. Un día, mientras paseaba por el parque junto a sus padres, vio un pequeño perro jugando felizmente con su dueño.
Aunque sentía temor en su corazón, decidió acercarse lentamente para observarlo mejor. El perro notó la presencia de Miranda e inmediatamente corrió hacia ella moviendo la cola emocionado. Miranda retrocedió asustada pero rápidamente recordó la valentía de Baiana.
Respiró profundamente y extendió la mano para acariciar al perro. "Hola pequeño amigo", dijo timidamente Miranda mientras lo acariciaba. "No eres tan malo como pensé". Para sorpresa de Miranda, el perro respondió saltando de alegría y lamiendo su mano.
Parecía que también quería ser su amigo. A partir de ese día, Miranda comenzó a enfrentar su miedo a los perros. Poco a poco, fue acercándose a más perros y se dio cuenta de que no todos eran peligrosos.
Algunos solo querían jugar y recibir cariño. Un día, mientras paseaba por el bosque cerca del reino de Baiana, Miranda se encontró con un perro gigante. Su corazón empezó a latir rápidamente y sintió ganas de salir corriendo.
Pero entonces recordó todo lo que había aprendido y decidió enfrentar su miedo una vez más. —"Hola" , dijo Miranda con voz temblorosa.
"Soy Miranda, ¿y tú?"El perro gigante la miró con ternura y le lamió la mano como si supiera que ella necesitaba un poco de aliento. Miranda sonrió confiada y continuó caminando junto al perro gigante. Finalmente, llegaron al reino de Baiana. Allí, Miranda se encontró cara a cara con su princesa favorita.
Baiana era tan valiente como ella imaginaba e inmediatamente se hicieron amigas. Baiana le enseñó a Miranda que el valor no está en no tener miedo, sino en enfrentarlo y superarlo. Juntas vivieron muchas aventuras emocionantes donde Miranda demostró cuán valiente podía ser.
Desde aquel día en adelante, Miranda ya no tenía miedo a los perros ni a nada más en su vida. Aprendió que siempre hay una manera de superar nuestros temores si nos atrevemos a dar el primer paso.
Y así fue como nuestra pequeña heroína logró convertirse en la protagonista de su propia historia, inspirando a todos los que la conocían con su valentía y amabilidad.
FIN.