Mireia, la niña que quería ser profesora de arte



Era una vez en un pequeño pueblo llamado Colores, una niña llamada Mireia. Ella tenía una pasión especial por el arte. Desde muy chiquita, pasaba horas dibujando, pintando y creando obras maestras en su cuaderno.

"¡Mamá, mirá lo que hice!" - exclamaba Mireia, mientras mostraba a su madre un dibujo de un sol gigante con colores brillantes.

"Es hermoso, hija. Vos tenés un talento único. Cuando seas grande, podrías ser una gran profesora de arte" - le decía su mamá con una sonrisa.

Mireia sonreía, porque ser profesora de arte era su mayor sueño. Pero, a veces, comenzaba a dudar. ¿Podría ella realmente enseñar a otros? Un día, en la escuela, su maestra de arte, la Sra. Ana, les propuso un proyecto especial: organizar una exposición de arte en el patio de la escuela.

"Quiero que cada uno de ustedes elija una obra para presentar. Puede ser una pintura, un dibujo o una escultura" - dijo la Sra. Ana.

Mireia se llenó de emoción, pero también de nervios. ¿Y si su obra no era lo suficientemente buena?"¿Y si no le gusta a nadie?" - le preguntó a su mejor amiga, Lila.

"¡Pero a vos te tiene que gustar, Mire! Lo importante es que lo hagas con el corazón" - respondió Lila con entusiasmo.

Así que Mireia decidió hacer un retrato de su comunidad, incluyendo a las personas que hacían de su pueblo un lugar especial. Comenzó a dibujar a su familia, amigos, y hasta a su perrito Toby. Pero en medio de su trabajo, ocurrió algo inesperado: su perro salió corriendo tras una mariposa, y su mejor dibujo se manchó de pintura azul.

"¡No, Toby!" - gritó Mireia mientras veía su arreglo arruinado.

Se sintió desanimada y pensó que ya no podría presentar nada en la exposición. Pero Lila, al ver su tristeza, le dijo:

"Mire, eso puede ser una oportunidad. ¿Por qué no usás esas manchas de pintura y las convertís en parte de tu arte?" - sugirió su amiga.

Mireia se quedó pensando. Tal vez Lila tenía razón. Con nueva energía, decidió incorporar las manchas en su retrato y aquellas imperfecciones se transformaron en un hermoso collage de colores vivos. Cuando llegó el día de la exposición, Mireia se sintió nerviosa, pero también emocionada.

La Sra. Ana la llamaba desde el escenario:

"Ahora, dejemos que Mireia nos hable sobre su obra" - dijo la maestra, sonriendo a la multitud.

Mireia se acercó, sosteniendo su dibujo, y dijo:

"Este es mi retrato de nuestra comunidad. Al principio, pensé que un error lo arruinó, pero luego descubrí que a veces, los errores pueden transformarse en algo hermoso".

La audiencia aplaudió, y Mireia se sonrojó, sintiendo cómo la calidez del apoyo la envolvía. Al final del evento, se acercó a ella una señora mayor.

"Querida, me ha emocionado tu presentación. ¿Alguna vez pensaste en dar clases?" - le preguntó la señora.

"¿De verdad?" - contestó Mireia, sonriendo tímidamente.

"Sí, tenés una forma única de ver el arte y conectar con las personas. ¡Serías una profesora increíble!" - le aseguró.

Mireia sintió que su corazón se llenaba de certeza. Desde aquel día, decidió que seguiría su sueño y no se dejaría vencer por los obstáculos. Y así fue. Con los años, se convirtió en una profesora de arte en Colores, inspirando a nuevas generaciones a ver el poder del arte y a transformar sus errores en maravillas.

Y cada vez que alguien dudaba de sí mismo, Mireia les decía:

"Lo importante es crear con pasión. A veces las manchas son las que hacen que nuestro arte sea de verdad".

Y así, la niña que una vez dudó se convirtió en una maestra que nunca dejó de creer en el poder del arte y en la belleza de lo imperfecto.

FIN.

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