Mirell y los Hermanos del Parque Mate



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Villa Amistad. Mirell, una niña curiosa y aventurera, había decidido salir a explorar el Parque Mate, un lugar lleno de sorpresas y rincones mágicos. Aquel parque era famoso por sus enormes sauces llorones, sus coloridas flores y, sobre todo, por un grupo de hermanos que siempre jugaban en sus instalaciones: Mateo, Valentina y Tomás.

Al llegar al parque, Mirell se sorprendió al ver a los hermanos plantando flores en un cantero.

"¿Qué están haciendo?" - preguntó Mirell.

"¡Hola! Estamos ayudando al Sr. Toma, el jardinero del parque. Él nos enseñó que cuidar de la naturaleza es importante para que todos podamos disfrutar de este lugar." - respondió Mateo con una sonrisa.

Mirell se unió a ellos y, mientras sembraban, comenzaron a charlar sobre lo que cada uno disfrutaba hacer.

"A mí me encanta inventar cuentos" - dijo Mirell.

"A mí me gusta dibujar lo que imaginas" - dijo Valentina.

"Y a mí me gusta construir cosas con lo que encuentro" - agregó Tomás, entusiasmado.

Al finalizar su tarea, se dieron cuenta de que había un enorme árbol en el centro del parque donde solían jugar. Mirell miró el árbol con un brillo en los ojos y exclamó:

"¡Vamos a jugar a las escondidas!"

"¡Sí! ¡Me encanta ese juego!" - dijeron los hermanos al unísono.

Y así, comenzaron a contar. Mirell decidió ocultarse detrás del gran sauce, pero al acercarse, notó algo extraño: había una puerta secreta entre las raíces del árbol.

"Chicos, ¡vengan!" - susurró.

"¿Qué pasa?" - preguntó Tomás, acercándose.

"Miren, ¡hay una puerta aquí!" - dijo Mirell, señalando emocionada.

Los hermanos se miraron intrigados. ¿Deberían abrirla? Después de discutirlo, decidieron que la curiosidad era más fuerte que el miedo. Con un gran empujón, la puerta se abrió lentamente, revelando una escalera que descendía a una cueva llena de luces brillantes y colores vivos.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Valentina, maravillada.

"¿Y si hay criaturas mágicas?" - dijo Mateo, con los ojos muy abiertos.

Con un poco de temor pero mucho entusiasmo, se adentraron en la cueva. Allí encontraron un hermoso jardín lleno de plantas que nunca habían visto, flores que cambiaban de color y unos pequeños seres que parecían hadas, pero con alas de mariposa.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Mirell, intrigada.

"Somos los guardianes del jardín de los sueños. Solo aquellos que cuidan de la naturaleza pueden entrar aquí." - respondió una pequeña hada llamada Lila.

Los hermanos, asombrados, comenzaron a contarle a Lila cómo habían llegado allí.

"¡Eso es maravilloso!" - dijo Lila.

"¿Quieren ayudar a cuidar de este jardín?"

Los niños asintieron de inmediato.

"¡Sí, queremos ayudar!" - Exclamaron en coro.

Durante todo el día, aprendieron sobre las plantas, la importancia de cuidar el medioambiente y cómo ayudar a que la naturaleza florezca. Al final del día, Lila les dio un pequeño regalo: una semilla especial que podría crecer en cualquier parte.

"Esta semilla representa la amistad y el cuidado. Plántenla en su parque y nunca olviden lo que aprendieron aquí." - dijo Lila, mientras los niños sonreían.

Cuando regresaron al Parque Mate, decidieron plantar la semilla juntos en el cantero que habían ayudado a hacer al principio del día. Cada día, los hermanos volvían al parque y cuidaban de su planta, que creció hermosa y fuerte. La historia de su aventura se convirtió en una leyenda en Villa Amistad, y el parque se volvió un lugar donde todos los niños aprendían y cuidaban de la naturaleza, inspirados por el coraje y la curiosidad de Mirell y sus nuevos amigos.

Y así, como dice la leyenda, donde hay curiosidad y amor por la naturaleza, siempre florecen nuevas aventuras y amistades.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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