Mis hermanos y las brujas



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes campos y montañas, tres hermanos: Valen, Sofi y Mili. Valen era el más grande, siempre estaba buscando aventuras; Sofi, la del medio, tenía una imaginación desbordante y siempre inventaba historias; y Mili, la más pequeña, era curiosa y valiente.

Un día, mientras exploraban el bosque cerca de su casa, encontraron una cueva cubierta de enredaderas. Justo cuando iban a entrar, escucharon un susurro suave, como el viento.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Mili, con los ojos bien abiertos.

"No lo sé, pero suena a algo emocionante" - dijo Valen, poniendo una mano en el pecho, dispuesto a avanzar.

"Esperen, no deberíamos entrar sin pensar primero" - sugirió Sofi, que siempre trataba de ser la voz de la razón.

Pero la curiosidad pudo más que el miedo. Entraron a la cueva, y al fondo encontraron un brillo brillante. Al acercarse, se dieron cuenta de que era un caldero humeante, y a su alrededor había un grupo de brujas, cada una luciendo peculiarmente diferente.

"¡Hola, niños!" - exclamó una de las brujas, con una sonrisa. "¿Están buscando aventuras?"

Los hermanos se miraron, un poco asustados pero intrigados.

"Uh... ¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Valen, apretando la mano de Mili.

"Somos las Guardianas de los Bosques. Estábamos preparando una poción mágica para ayudar a la naturaleza" - explicó otra bruja, con un sombrero en forma de flor.

"Eso suena increíble, pero ¿por qué necesitan ayuda?" - preguntó Sofi, con su imaginación al vuelo.

"El bosque está perdiendo su magia porque la gente olvida cuidarlo. Con su ayuda, podemos cambiar eso" - respondió una bruja de gafas grandes.

Valen miró a sus hermanas y dijo:

"¿Qué tenemos que hacer?"

Las brujas les dieron una misión: debían encontrar semillas mágicas que se habían dispersado por el bosque y plantarlas para que la magia del bosque volviera a florecer.

Así que los tres hermanos se embarcaron en una aventura, llenos de entusiasmo. Recorrieron caminos inhóspitos, cruzaron arroyos y treparon árboles, buscando las semillas.

"Miren, ahí hay una!" - gritó Mili, señalando una semilla brillante bajo un arbusto.

"Perfecto, una más para el conteo" - agregó Valen, mientras Sofi se aseguraba de no olvidarse de anotar cada semilla en su cuaderno.

Después de un par de horas, lograron reunir todas las semillas. Regresaron emocionados a la cueva. Las brujas estaban allí, listas para realizar un hechizo especial con las semillas.

"Con esto, el bosque volverá a estar lleno de vida" - dijo la bruja de la flor, mientras las tres brujas comenzaron a recitar un encantamiento.

Las semillas comenzaron a brillar y se diseminaron por el aire, creando un hermoso espectáculo de colores. De repente, el bosque renovado cobró vida: las flores florecieron, los árboles se llenaron de hojas verdes, y los pájaros empezaron a cantar.

"¡Increíble!" - exclamó Sofi, quienes no podían creer lo que veían.

Las brujas sonrieron satisfecha.

"Gracias, pequeños guardianes del bosque. Ustedes han devuelto la magia" - dijo la bruja con gafas.

"No sólo hemos ayudado al bosque, sino que también aprendimos algo muy importante: cuidar de la naturaleza es una tarea de todos" - reflexionó Valen.

"Sí, y siempre podemos hacer nuestra parte!" - agregó Mili, sonriendo.

Las brujas les dieron a cada uno un símbolo de agradecimiento: un pequeño amuleto en forma de hoja que llevarían siempre consigo. Luego, los hermanos regresaron a casa, llenos de historias que contar y con una nueva misión: cuidar y proteger su entorno.

Desde ese día, Valen, Sofi y Mili se convirtieron en los guardianes del bosque, recordando siempre el poder de la magia de la naturaleza y la importancia de cuidar lo que amamos.

FIN.

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