Mis mejores vacaciones



Era una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un pequeño pueblo argentino. Cada año, Lucas esperaba con mucha ilusión las vacaciones de verano, porque su papá tenía la tradición de llevarlo a un lugar diferente cada vez. Este año, Lucas no podía contener su emoción, había escuchado que irían a una playa maravillosa.

El día de la partida llegó, y Lucas no podía esperar más.

"¡Papá, ¿ya estamos listos?" - preguntó Lucas, saltando de un lado a otro.

"Casi, hijo. Solo falta meter las toallas y la sombrilla en el auto" - respondió su padre con una sonrisa.

Una vez que todo estuvo listo, se subieron al auto y partieron bajo un sol radiante. Lucas miraba por la ventana, disfrutando del paisaje que cambiaba a medida que se alejaban del pueblo.

Mientras conducían, Lucas notó que la música sonaba un poco más baja.

"Papá, ¿puedo elegir una canción?"

"Claro, elegí la que más te guste" - le respondió su papá.

Lucas puso su canción favorita y ambos empezaron a cantar a todo pulmón. La alegría llenó el auto, y pronto llegaron a la playa.

"¡Mirá qué hermoso!" - exclamó Lucas, con los ojos bien abiertos, al ver el mar azul y la suave arena dorada.

Jugaron durante horas: construyeron castillos de arena, se zambulleron en el agua y recogieron conchitas. Pero justo antes de que el sol comenzara a ponerse, Lucas notó algo diferente.

"Papá, esa señora está tratando de salir del agua, pero parece que no puede." - dijo Lucas, apuntando a una mujer que parecía estar luchando con las olas.

"Es verdad, hijo. Vamos a ayudarla" - respondió su padre rápidamente.

Juntos, corrieron hacia donde estaba la mujer. Al llegar, Lucas se dio cuenta de que su padre era un gran nadador y podía ayudarla.

"¡No te preocupes, estoy aquí!" - dijo su papá mientras nadaba hacia ella. Después de unos minutos, su padre logró traer a la mujer a la orilla.

La mujer, muy agradecida, les sonrió.

"Gracias, chicos. Pensé que iba a necesitar ayuda, pero no esperaba tener héroes tan valientes..."

"Solo hicimos lo que teníamos que hacer" - contestó Lucas, sonriendo tímidamente.

Después de ese pequeño susto, la familia decidió salir a caminar por la playa al atardecer. Lucas tenía muchas preguntas en su mente.

"Papá, ¿crees que siempre podríamos ayudar a los demás?" - preguntó Lucas.

"Claro que sí, hijo. Ayudar a los demás es lo que nos hace grandes. A veces, pueden ser cosas pequeñas, como escuchar a un amigo o ayudar a alguien que lo necesita" - explicó su padre.

Lucas pensó en esto y sintió que su corazón se llenaba de alegría. "Entonces, siempre trataré de ayudar a los demás" - prometió Lucas.

Al día siguiente, mientras jugaban en la playa, Lucas vio a un grupo de niños que no tenían un balón para jugar.

"Papá, ¿podemos compartir nuestro balón con ellos?" - preguntó Lucas.

"Por supuesto, hijo. Será una excelente forma de hacer nuevos amigos" - respondió su padre.

Y así lo hicieron. Lucas y su papá se unieron a los niños para jugar a la pelota. Reían y se divertían juntos, y al final de la tarde, todos se fueron a casa con una sonrisa.

Las vacaciones siguieron llenas de aventuras, pero la lección de ayudar y compartir se quedó grabada en el corazón de Lucas. En su último día en la playa, mientras tomaban helados, Lucas miró a su papá con una sonrisa.

"Estas son mis mejores vacaciones. No solo por la playa, sino por todo lo que aprendí. ¡Gracias, papá!"

"Gracias a vos, Lucas. Estoy muy orgulloso de tener un hijo tan generoso y valiente" - contestó su padre, abrazándolo.

Cuando regresaron a casa, Lucas se sintió diferente. Ya no solo era el niño que contaba las conchitas y hacía castillos de arena. Ahora sabía que cada acción contaba, y que ayudar a los demás traía alegría tanto para ellos como para uno mismo.

Desde ese verano, Lucas hizo del ayudar a los demás una parte de su vida. Y así, entre juegos, risas y mucha alegría, Lucas descubrió que las mejores vacaciones no son solo las que vivimos, sino las que compartimos con quienes nos rodean.

Y cada año, al acercarse el verano, esperaba con ansias no solo el viaje a un lugar nuevo, sino también la oportunidad de seguir compartiendo y ayudando a los demás, convirtiendo cada verano en algo especial.

FIN.

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