Mishi y la hierba mágica
Había una vez en un pequeño pueblo de la campiña argentina, una gatita llamada Mishi que era conocida por ser la más dormilona de todos los animales.
Mishi pasaba sus días echada al sol, durmiendo largas siestas y despertándose solo para comer un poco y volver a dormir. Un día, mientras Mishi dormía plácidamente debajo de un árbol, llegó corriendo un ratoncito llamado Rulo, con los ojos llenos de lágrimas.
"¡Mishi, Mishi! ¡Por favor, ayúdame! Mi madrecita está enferma y necesito encontrar una hierba especial para curarla", dijo entre sollozos el pequeño ratón. Mishi abrió lentamente los ojos y miró al ratoncito con ternura.
A pesar de su fama de ser muy dormilona, en el fondo tenía un gran corazón. Decidió ayudar a Rulo en su búsqueda e inmediatamente se puso en marcha junto a él. "¿Dónde podemos encontrar esa hierba especial?", preguntó Mishi mientras caminaban por el bosque.
"Dicen que crece al otro lado del río", respondió Rulo preocupado. Al llegar al río, vieron que no había puente para cruzarlo. Mishi pensó por un momento y tuvo una idea brillante.
Encontraron unas ramas gruesas y construyeron juntas una balsa improvisada para poder navegar hasta el otro lado del río. Una vez allí, comenzaron la búsqueda de la hierba especial. Recorrieron prados verdes, subieron colinas empinadas y exploraron cuevas oscuras hasta que finalmente encontraron la planta que necesitaban.
Rulo estaba tan emocionado que apenas podía contener la alegría. Con la hierba en sus patitas, regresaron lo más rápido posible al hogar del ratoncito.
Rulo preparó rápidamente una infusión con la planta mágica y se la dio a su madre enferma. Poco a poco, gracias a las propiedades curativas de la hierba especial, la mamá ratón comenzó a sentirse mejor hasta recuperarse por completo.
Rulo estaba tan agradecido que no paraba de darle las gracias a Mishi por su valentía y generosidad. La gatita sonreía feliz viendo cómo toda aquella aventura había valido la pena. Desde ese día, Mishi ya no era conocida solo como "la gatita dormilona", sino también como "la gatita valiente y solidaria".
Aprendió que aunque le gustara descansar mucho, siempre había espacio en su corazón para ayudar a quienes lo necesitaban.
Y así fue como Mishi descubrió que ser amable y estar dispuesto a ayudar puede traer grandes satisfacciones y hacer del mundo un lugar mejor para todos los habitantes del bosque.
FIN.