Misty, la gata negra del grupo escolar



En el corazón de un pequeño pueblo, había un grupo escolar lleno de niños curiosos y llenos de vida. En este grupo, todos los días se reunían para aprender y disfrutar, pero había alguien especial que formaba parte de su aventura: Misty, la gata negra.

Misty era una gato muy elegante, con su pelaje suave y brillante. Ella no solo era una mascota; era la mascota de todos los niños. Todos los días, cuando llegaban a la escuela, corrían a buscarla para jugar con ella en el patio. Un día, el maestro, el señor Gómez, decidió aprovechar la curiosidad de los niños para enseñarles sobre la importancia de las diferencias y la diversidad.

- “Hoy, niños, vamos a hablar sobre los animales,” - empezó el señor Gómez con una sonrisa - “Y cómo cada uno es diferente, pero todos tienen algo valioso que ofrecer.”

Los niños miraron a Misty, que estaba acurrucada en un rincón del aula, y comenzaron a compartir lo que les gustaba de ella:

- “A mí me encanta su color negro,” - dijo Sofía, una niña pequeña.

- “A mí, sus ojos amarillos,” - afirmó Lucas, un niño muy extrovertido.

- “Es muy divertida cuando juega con el ovillo de lana,” - agregó Juan, que siempre traía hilos para jugar.

Sin embargo, mientras todos hablaban sobre Misty, un nuevo compañero, Tomás, que había llegado al grupo, parecía un poco confundido y no se unía a la conversación.

- “¿Por qué no te sumás, Tomás? ” - le preguntó Sofía con amabilidad.

- “No sé, siempre he escuchado que las gatas negras son de mala suerte,” - explicó Tomás, mirando a Misty con un poco de temor.

Los niños se miraron entre ellos, sorprendidos. Entonces, la señorita Rojas, la profesora de arte, intervino:

- “Es importante recordar, mis queridos alumnos, que a veces escuchamos cosas que no son verdad. Las gatas negras, como cualquier otro gato, pueden ser muy cariñosas y juguetonas. Y su color no les quita valor. Miren a Misty, ella siempre está con nosotros y nunca nos ha traído mala suerte. Al contrario, ¡trae muchas risas y alegría! ”

Los niños asintieron, y Sofía decidió hacer una pregunta interesante:

- “¿Por qué no hacemos un mural sobre Misty y lo que nos hace sentir? ” - sugirió entusiasmada.

A todos les pareció una idea genial. En los días siguientes, se llevaron papel y pintura al patio, y comenzaron a crear su obra. Cada uno de ellos pintó algo que adoraba de Misty. Había dibujos de ella jugando, durmiendo bajo el sol, y, por supuesto, con un ovillo de lana. Y en lugar de escribir sólo cosas sobre su pelaje negro, decidieron añadir palabras como —"amor" , "diversión" y —"amistad" .

Mientras pintaban y reían, Tomás se sintió más cómodo y decidido a participar:

- “¡Misty es una gata increíble! Me gusta cómo se estira cuando juega. ¡Eso sería genial en el mural! ”

Los niños sonrieron y aplaudieron a Tomás por unirse. Poco a poco, Tomás comenzó a apreciar a Misty tanto como sus nuevos amigos. Se dio cuenta de que cada uno tiene algo especial, sin importar su apariencia.

Finalmente, el día de presentar el mural llegó. Todos estaban emocionados, incluidos los padres y el director de la escuela. Juntos explicaron cada parte del mural y la historia que había detrás de Misty.

- “Misty nos enseñó que debemos celebrar nuestras diferencias y lo que nos hace únicos,” - concluyó el señor Gómez, mirando a su alrededor con orgullo. - “Hoy hemos aprendido algo valioso: las primeras impresiones a veces no son la verdad.”

El mural fue un gran éxito, y desde ese día, Tomás se convirtió en un gran amigo de Misty, jugando con ella cada vez que podía. La gata negra, que antes era vista con recelo, se transformó en el símbolo de la unidad y la amistad en la escuela.

Misty no era solo una gata negra; era un recordatorio de que todos somos únicos y especiales de nuestra propia manera. Y así, el grupo escolar aprendió a amar y valorar a todos, independientemente de su apariencia. Con el paso del tiempo, Misty se convirtió en una parte importante de su historia y cada año, el mural se colmaba de nuevos dibujos y colores, celebrando la diversidad del grupo escolar.

Y así fue como una simple gata negra cambió la vida de un grupo de niños, enseñándoles que la verdadera belleza está en aceptarnos y querernos tal como somos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!