Mochileros por Colombia
Era una mañana soleada en Buenos Aires cuando Lina miró por la ventana de su oficina. Los edificios altos y ruidosos de la ciudad la hacían sentir atrapada. En ese momento, se giró hacia su compañero Andrés, quien estaba ocupado organizando papeles.
"Andrés, ¿no te gustaría explorar el mundo?" - preguntó Lina con una sonrisa.
"Claro que sí, Lina. Pero tenemos trabajos y obligaciones..." - respondió Andrés, un poco apesadumbrado.
"¿Y si renunciamos y nos convertimos en mochileros por Colombia?" - sugirió Lina con entusiasmo.
"Mmm... suena locura, pero podría ser una gran aventura" - dijo Andrés, comenzando a entusiasmarse.
Días después, ambos decidieron dar un salto al vacío, renunciaron a sus trabajos y empezaron a planear su viaje. Compraron mochilas, mapas y, lo más importante, llenaron sus corazones de valor.
Partieron rumbo a Colombia, llenos de curiosidad, con un mapa de la región y la idea de conocer su diversidad cultural. Al llegar a Bogotá, la capital, se maravillaron con su historia y arquitectura.
"Mirá esas fachadas tan coloridas, ¿no son preciosas?" - exclamó Lina.
"¡Sí! Y el clima es perfecto para pasear." - respondió Andrés mientras tomaba fotos.
Mientras exploraban, se encontraron con un grupo de niños que estaban aprendiendo a tocar instrumentos tradicionales. Los invitaron a unirse, y así lo hicieron. Pronto, estaban tocando el tambor y la flauta en una pequeña plaza, contagiendo su alegría.
"¡Esto es increíble! Nunca pensé que aprendería a tocar el tambor" - dijo Lina riendo.
"Es como si la música nos uniera a todos" - reflexionó Andrés.
Su camino continuó hacia el Caribe colombiano, donde las playas de Santa Marta los recibieron con sol y arena. Allí, conocieron a una mujer mayor llamada Isabel, quien les contó historias sobre la vida en la costa.
"Siempre quise viajar, pero nunca tuve la oportunidad” - dijo Isabel con mirada nostálgica.
"¡Nosotros estamos haciendo realidad ese sueño!" - exclamó Andrés.
Motivados por la historia de Isabel, Lina y Andrés decidieron escribir sus propias historias durante el viaje, documentando todo en un cuaderno, cada anécdota, cada canción.
Sin embargo, no todo fue fácil. Uno de los giros inesperados ocurrió en el Parque Tayrona, donde se dieron cuenta de que sus mochilas estaban dañadas.
"¿Ahora qué hacemos?" - preguntó Lina con angustia.
"Podemos repararlas o comprar algunas nuevas. ¡No dejemos que eso arruine la aventura!" - contestó Andrés con optimismo.
Así que con un poco de ingenio, repararon las mochilas con cosidos improvisados y se embarcaron en nuevas caminatas.
Después de semanas de exploración, llegaron a Medellín. Allí, se encontraron con un centro cultural donde la gente intercambiaba habilidades. Se ofrecieron para enseñar a los demás sobre la música argentina a cambio de aprender sobre el arte del grafismo local.
"Es maravilloso aprender de cada cultura y compartir la nuestra" - dijo Lina, emocionada.
"Esto es lo que significa ser mochileros, crear conexiones" - agregó Andrés.
Finalmente, cuando pensaron que su aventura llegaba a su fin, les llegó la oportunidad de hacer un podcast sobre sus experiencias.
"No solo estamos explorando, estamos compartiendo lo que aprendemos" - dijo Andrés, felizmente.
"¡Esto puede inspirar a otros a viajar!" - sugirió Lina.
Y así, volvieron a casa con nuevas historias, amistad y un hermoso recuerdo de una aventura inolvidable.
Lina y Andrés aprendieron que a veces hay que arriesgarse a salir de la rutina para encontrar la magia del mundo. Mientras miraban su cuaderno lleno de anécdotas, sonrieron y prometieron que, aunque tenían trabajos nuevamente, la aventura nunca terminaría.
FIN.