Moco Mano Servilleta enseña a Sofía



Había una vez una pequeña niña llamada Sofía que tenía un gran problema: no sabía cómo usar la servilleta. Por más que su mamá le enseñara, siempre terminaba manchándose la ropa y las manos con la comida.

Un día, mientras almorzaba en el colegio, Sofía se dio cuenta de que había olvidado su servilleta en casa. Desesperada, buscó algo para limpiarse y lo único que encontró fue una hoja de papel higiénico.

Pero justo cuando estaba a punto de usarla, apareció Moco Mano Servilleta. "- Hola Sofía, ¿necesitas ayuda?", dijo Moco Mano Servilleta con una sonrisa. Sofía se sorprendió al ver a un personaje tan extraño y pegajoso como él.

Pero antes de poder responderle, Moco Mano Servilleta ya se había acercado a ella y empezó a limpiarle las manos con sus mocos. "- ¡Eww! ¿Qué estás haciendo?", exclamó Sofía asqueada. "- Limpiando tus manos", respondió Moco Mano Servilleta sin perder la sonrisa.

Sofía no podía creer lo que estaba pasando pero por alguna razón sentía que podía confiar en él.

Y así fue como durante todo el almuerzo, Moco Mano Servilleta estuvo ahí para ayudarla cada vez que necesitaba limpiarse las manos o la boca. Al final del día escolar, cuando Sofía volvía a casa pensando en lo raro que había sido su día, volvió a encontrarse con Moco Mano Servilleta. "- Gracias por hoy", dijo Sofía tímidamente.

"- No hay de qué", respondió Moco Mano Servilleta con una sonrisa aún más grande que antes. "Pero te quiero hacer un pedido especial". Sofía lo miró intrigada. "- Quiero que aprendas a usar la servilleta correctamente", dijo Moco Mano Servilleta seriamente.

"Yo puedo ayudarte, pero necesitas poner de tu parte también". Sofía asintió y prometió hacer todo lo posible para aprender a usar la servilleta como corresponde.

Y así fue como durante varios días, Moco Mano Servilleta estuvo trabajando junto a Sofía para enseñarle todos los trucos y técnicas para evitar mancharse con la comida. Al principio no fue fácil, pero poco a poco Sofía se fue acostumbrando y mejorando cada vez más.

Hasta que finalmente llegó el día en que pudo almorzar sin mancharse ni una sola vez. "- ¡Lo logré! ¡Gracias por ayudarme!", exclamó Sofía emocionada mientras abrazaba a Moco Mano Servilleta. "- No tienes nada que agradecerme", respondió él devolviéndole el abrazo.

"Siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites". Y así fue como gracias a Moco Mano Servilleta, Sofía aprendió no solo cómo usar la servilleta sino también el valor de pedir ayuda y trabajar duro para superar sus problemas.

FIN.

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