Monita y el Mundo Misterioso
Había una vez, en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Monita. Tenía una imaginación desbordante y un espíritu aventurero. Un día, mientras exploraba el ático de su casa, encontró una portezuela pequeña que nunca había visto antes.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Monita, intrigada.
Al empujar la puerta, un destello de luces la envolvió y de repente se encontró en un mundo completamente diferente, lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas.
"¡Hola, bienvenida!" - exclamó un pequeño dragón azul que sobrevolaba. "Soy Rayo y te estaba esperando."
Monita, con sus ojos llenos de asombro, le respondió:
"¿Esperándome? ¿Por qué?"
"Porque este es el Mundo de las Maravillas y solo aquellos con corazones curiosos como el tuyo pueden entrar."
Rayo le mostró el lugar. Había ríos de chocolate, montañas de gomitas y árboles de caramelos. Sin embargo, algo no estaba bien. Monita notó que los animales no sonreían como deberían y las flores no bailaban con el viento.
"¿Por qué todos están tan tristes?" - preguntó Monita, preocupada.
"Es porque la alegría se ha escapado de nuestro mundo. Necesitamos la ayuda de alguien valiente. ¡Tal vez tú puedas ayudar!"
Decidida, Monita aceptó. Junto con Rayo, partieron en busca de la alegría perdida. Viajaron a la Montaña de los Secretos donde purportedly vivía una anciana sabia, la abuela Mariposa.
Cuando llegaron, la abuela Mariposa estaba esperando.
"He oído de tu valentía, Monita. La alegría se fue porque las criaturas de este mundo olvidaron lo que era soñar y crear. Necesitamos encontrar el Hechizo de los Sueños, escondido en el Bosque de los Ecos."
"¡Yo puedo ayudar!" - dijo Monita emocionada. Así que juntos se adentraron en el bosque. Pero, al llegar, se encontraron con un lobo enorme, gris y fruncido.
"¡Deténganse!" - rugió el lobo, "¿Qué buscan en mi bosque?"
"Buscamos el Hechizo de los Sueños para traer de vuelta la alegría a nuestro mundo."
El lobo, que parecía muy serio, sonrió por primera vez.
"Yo también quiero ser feliz. Puedo ayudarlos, pero tendrán que pasar una prueba: deben encontrar la melodía del viento que se ha perdido."
Monita asintió.
"¡Vamos! Debemos escuchar con atención."
Todo el grupo, incluido el lobo, se sentó en silencio, escuchando el murmullo del viento. Monita cerró los ojos y empezó a recordar su hogar, los días en el parque, los juegos con sus amigos, y muy despacito comenzó a tararear. Con cada nota, el viento comenzó a vibrar, y de repente, un canto armonioso emergió de los árboles.
El lobo, Rayo y Monita se miraron sorprendidos.
"¡Lo logramos!" - gritó Rayo, y todo el bosque empezó a brillar como nunca antes. La melodía del viento estimuló la magia perdida.
Tras recoger el Hechizo de los Sueños, volvieron a la montaña donde la abuela Mariposa los estaba esperando.
"¡Lo han conseguido!" - exclamó la anciana emocionada. "Ahora debemos recitar el hechizo juntos."
Unidos, comenzaron a recitar:
"Sueños de vuelos y risas brillantes, llenen este mundo de amores vibrantes!"
De repente, todo estalló en colores, y una risa contagiosa llena de alegría comenzó a esparcirse por todo el mundo. Los animales sonrieron, las flores danzaron, y la felicidad se desbordó por doquier.
Monita sonrió, se sentía plena y feliz.
"¡Lo hicimos!" - dijo, finalmente.
Con una cálida despedida de sus nuevos amigos, Monita regresó a su casa por la portezuela, llevando consigo no solo el recuerdo de su aventura, sino también una valiosa lección sobre la importancia de soñar, compartir y crear juntos.
Desde ese día, Monita nunca dejó de buscar la magia y la alegría en cada rincón de su vida. Y cada vez que se sentía un poco triste, solo cerraba los ojos y recordaba la melodía del viento en el Mundo de las Maravillas.
Y así, los días pasaron, y Monita creció, convirtiéndose en una joven llena de sueños y valentía. El final de su aventura fue solo el comienzo de muchas otras, porque en su corazón, llevaba consigo la esencia de la alegría y la creación.
FIN.