Montaña de Miedos



Había una vez una niña llamada Clara que vivía al pie de una hermosa montaña. Cada mañana, al despertar, Clara miraba hacia lo alto y veía cómo las nubes tocaban la cumbre. Sin embargo, también sentía un nudo en el estómago, porque la montaña le daba mucho miedo. Ella siempre soñaba con escalarla, pero su temor la mantenía a raya.

Un día, su amigo Oscar llegó con una gran sonrisa y un mapa en la mano.

"Clara, ¿sabías que tenemos un camino nuevo para llegar a la cima? Podemos explorar juntos", le dijo emocionado.

Clara miró el mapa, y el miedo comenzó a anidar nuevamente en su corazón.

"No sé, Oscar. La montaña parece muy alta. ¿Y si me caigo o me pierdo?" dijo Clara, mirando hacia el cielo.

Oscar la miró con ternura y le respondió:

"¿Y si no lo hicieras? ¿Qué tal si descubrimos cosas maravillosas en el camino?"

Clara pensó en eso. La idea de ver el mundo desde lo alto le parecía fantástica, pero el miedo era difícil de ignorar. Finalmente, decidió que, aunque tuviera miedo, quería intentarlo por lo menos una vez.

"Está bien, voy a intentarlo, Oscar. Pero necesito que me acompañes."

El día siguiente, Clara y Oscar se prepararon para la aventura. Llevaban una bolsa de bocadillos, agua y, por supuesto, el mapa. Mientras caminaban, Oscar la animaba con historias sobre su travesía.

"En la cima se puede ver el lago, que brilla como un espejo. Además, hay flores que jamás has visto", decía.

A medida que ascendían, Clara se sentía cada vez más ansiosa. Se detuvo un momento y vio una sombra moverse entre los árboles.

"Oscar, ¿viste eso?" preguntó, temblando un poco.

Oscar se detuvo y sonrió.

"Tal vez es un ciervo. O tal vez es solo una hoja que se mueve con el viento. No tienes que preocuparte. Vamos a seguir avanzando."

Poco a poco, Clara se sintió un poco más confiada. Sin embargo, al llegar a un escarpado, su corazón latió con fuerza.

"No puedo, Oscar. No puedo avanzar. Esto es demasiado difícil para mí".

Pero Oscar se acercó y le explicó:

"Mirá, Clara. Observá las rocas. Si ponemos un pie delante del otro, lentamente, como si estuviéramos escuchando a la montaña, lo lograremos. Confía en tus pies y en mí. Yo estoy aquí, y no dejaré que te pase nada".

Clara respiró hondo y decidió darle una oportunidad. Con cada paso, su confianza crecía.

"¡Lo logré!" gritó cuando alcanzaron un pequeño claro.

En ese momento, se sintieron invadidos por una increíble vista de la naturaleza. El cielo se veía azul, las flores eran más hermosas de lo que pudo imaginar.

"Mirá, Clara. ¿No te parece hermoso? Esto es solo el inicio. Vamos a compartir un bocadillo y seguir subiendo."

Mientras disfrutaban de sus snacks, Clara se dio cuenta de que enfrentarse a sus miedos había valido la pena. Sin embargo, cuando estaban listos para seguir, se asomaron a un borde que parecía muy peligroso.

"¡Oscar, tengo miedo de caerme!" exclamó Clara, retrocediendo.

Oscar, con calma, le dijo:

"A veces, es bueno dar un paso atrás y ser cauteloso. Eso no significa que no puedes subir, solo significa que podemos encontrar el camino más seguro".

Después de un rato, se encontraron con un amigo de Oscar: un guía del lugar que ayudaba a los escaladores.

"Hola, chicos. ¿Van hacia la cima? Yo puedo ayudarlos. Hay un camino más fácil por aquí."

Clara se sintió aliviada.

"¿De verdad?" preguntó ansiosamente.

"Sí, solo confíen en el camino, y no se alejen del grupo".

Siguiendo al guía, se sintieron más seguros y finalmente lograron llegar a la cima. La vista era espectacular y Clara sintió que había dejado atrás muchos de sus miedos.

"¡Lo hicimos, Oscar! ¡Estamos en la cima!" gritó con alegría.

Oscar sonrió, orgulloso de su amiga.

"Ves, Clara. A veces, los miedos son solo sombras. Si tenemos a alguien que nos apoye, podemos enfrentarlos juntos".

Y así, Clara aprendió que la verdadera amistad podía ayudar a superar los mayores miedos, y que cada paso hacia adelante valía la pena. A partir de ese día, la montaña ya no le daba tanto miedo; al contrario, se convirtió en su amiga, una amiga que le había enseñado a ser valiente. Y cada vez que miraba hacia la cima, sonreía y sabía que podría volver a subir, sin importar los miedos que tuviera.

Desde entonces, Clara continuó explorando las montañas, siempre acompañada de su amigo Oscar, quien era como un hermano para ella. Juntos, enfrentaron muchos más desafíos, pero siempre recordando que cada miedo podían dejarlo atrás, paso a paso.

FIN.

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