Monzerrath y la Carrera de Patines



Monzerrath era una niña increíblemente talentosa que se pasaba horas y horas patinando en el parque de su barrio. Cada vez que deslizaba sus patines sobre el pavimento, sentía que volaba. Tenía el viento en su cara y una sonrisa radiante que iluminaba su rostro. Todos en el vecindario la conocían por su destreza en los patines y su espíritu alegre.

Un día, mientras practicaba sus trucos en el parque, escuchó a unos chicos hablar:

"¿Escucharon? Este sábado habrá una carrera de patines en la plaza central. El ganador se llevará un trofeo gigante y una bici nueva!"

Los ojos de Monzerrath brillaron. "Yo quiero participar!" - se dijo a sí misma. Con determinación, se dirigió a casa.

"Mamá, ¡tengo una idea! Quiero participar en la carrera de patines!"

Su madre, que siempre la apoyaba, respondió: "¡Eso suena emocionante, Monzerrath! Pero recuerda que necesitarás practicar mucho para estar lista."

Monzerrath se inundó de entusiasmo y al día siguiente, a primera hora, comenzó a practicar. Cada día, ella mejoraba más. Su amiga Sofía, que la veía entusiasmadísima, se acercó.

"Te veo muy motivada, Monzerrath. ¿Puedo unirme a ti para practicar?"

Monzerrath sonrió y respondió: "¡Claro! Cuantos más seamos, mejor. Vamos a romperla juntas!"

Las dos chicas intensificaron su entrenamiento. Sin embargo, a medida que se acercaba el día de la carrera, Monzerrath no pudo evitar sentir un nudo en el estómago.

"Sofía, ¿y si no soy lo suficientemente buena?"

"No te preocupes. Lo importante es divertirse y dar lo mejor de nosotras. No hay que pensar solo en ganar."

Con esas palabras, Monzerrath se sintió un poco más tranquila y siguió practicando.

El día de la carrera llegó y el parque estaba lleno de patinadores de todas las edades. Monzerrath se sintió nerviosa al ver a todos esos competidores, unos más experimentados que ella.

"¿Vas a participar?" - le preguntó un chico que parecía muy seguro de sí mismo. "Te vas a quedar atrás en la carrera, sólo lo sabes."

Las palabras del chico comenzaron a hacer eco en su cabeza, llenándola de dudas.

"Yo… lo intentaré..." - murmuró Monzerrath, sintiéndose menos segura de sí misma.

Cuando dio inicio la carrera, la adrenalina la invadió y comenzó a patinar lo más rápido que pudo. Al principio, iba bien, pero en un momento, se tropezó y cayó.

"¡Ay!" - gritó con frustración mientras los otros patinadores la pasaban.

Pero en lugar de rendirse, Monzerrath recordó las palabras de su madre y de Sofía. Con determinación, se levantó y subió nuevamente a sus patines. "¡Tengo que seguir!"

Siguió patinando, enfocándose en lo que le gustaba: deslizarse, sentir el viento y disfrutar de la carrera.

Mientras avanzaba, comenzó a notar que algunos patinadores se estaban cansando y dejaban de lado sus fuerzas. Monzerrath se esforzó y, aplicando todo lo que había aprendido, superó a algunos competidores.

"¡Vamos, Monzerrath! ¡Podés!" - gritó Sofía desde el costado.

A lo largo del recorrido, Monzerrath recordó lo que realmente importaba: divertirse y disfrutar el momento. Así, llegó a la meta, no en primer lugar, pero sí con una gran sonrisa. Cuando cruzó la línea de llegada, su madre, Sofía y muchos otros la aplaudieron.

"¡Lo lograste, Monzerrath! ¡Sos una campeona!"

La niña se sintió orgullosa de sí misma, no solo por participar, sino por haberse levantado después de una caída y disfrutar del proceso. Cuando se entregaron los premios, el chico que al principio era arrogante también recibió un trofeo, pero Monzerrath no le prestó atención.

"No importa si no gané un trofeo. ¡Me divertí muchísimo!"

Dijo sonriendo, mientras Sofía y ella compartían un helado sobre la hierba.

Y así, Monzerrath aprendió que lo más importante no era ganar, sino participar y disfrutar del camino.

A partir de ese día, siempre recordó su primera carrera de patines como una de las experiencias más valiosas de su vida. Y, claro, no podía esperar a la próxima carrera, que prometía ser aún más emocionante.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!