Mora y el Gran Carnaval de Juguetes
En un pequeño y colorido barrio, vivía una familia muy especial. En la casa de los González, además de la mamá Martina y el papá, estaba su pequeña hija, Lila, y su querida mascota, Mora. Mora era un travieso perrito de pelaje suave y rizado que tenía a todos en la casa a sus pies. Lila, su dueña, bien sabía que Mora podía hacer las travesuras más adorables; pero Martina, siempre atenta, se aseguraba de que Mora no se saliera con la suya demasiado.
Un día, Lila llegó a casa con una idea brillante. "¡Mamá, vamos a organizar un carnaval de juguetes!"- exclamó Lila emocionada.
"¿Un carnaval de juguetes? Suena divertido, Lila, ¿cómo lo haríamos?"- preguntó Martina, intrigada.
"Podemos invitar a todos los peluches y juguetes de la casa. ¡Imagínate la fiesta!"-
Martina asintió, mientras Mora movía la cola, como si también estuviera de acuerdo.
Lila comenzó su tarea. Reunió todos sus juguetes y los colocó en el jardín. Tenía peluches de todos los tamaños, muñecas de colores brillantes y, por supuesto, Mora estaba a la cabeza del evento.
Sin embargo, cuando el sol comenzó a ocultarse y todo estaba listo, Mora decidió que quería ser el centro de atención. Saltó sobre los juguetes, desparramándolos por todos lados. "¡Mora, no!"- gritó Lila, pero el perrito estaba demasiado emocionado.
Martina se acercó y dijo: "Lila, tenemos que enseñarle a Mora que todos los juguetes son importantes y que el carnaval no se trata solo de él. ¿Qué te parece si le hacemos un pequeño entrenamiento para que aprenda a compartir?"-
Lila dudó por un momento, ya que le encantaba que su perrito fuera tan travieso. Sin embargo, se dio cuenta de que Martina tenía razón. "Está bien, mamá. Voy a intentar enseñarle a Mora a ser un buen compañero en el carnaval"- dijo Lila, decidida.
Así, Lila decidió incluir un juego en el que Mora pudiera participar sin arruinar la diversión. Cada vez que Mora se comportaba bien y no molestaba a los juguetes, recibiría una golosina especial. Por desgracia, el perrito no entendía al principio, y cada vez que le lanzaban una pelota, corría a comerse la golosina. Pero Lila no se desanimó.
Después de varios intentos, la pequeña encontró el truco perfecto. "Mora, ven aquí. ¡Vamos a jugar al escondite con los juguetes!"- dijo
Y así, Lila escondió a los peluches y les pidió a Mora que los buscara. "¡Mira, Mora! ¡Aquí hay uno!"- exclamó Lila mientras abrazaba a su oso de peluche favorito.
Mora comenzó a buscar, y para sorpresa de todos, en lugar de desordenar los juguetes, comenzaba a relacionarse con ellos, llevándoles a Lila cuando los encontraba, en su pequeño hocico. "¡Eso es, Mora! ¡Eres el mejor!"- gritaba Lila feliz.
Al final de la tarde de entrenamiento, los tres estaban cansados, pero contentos. "El carnaval de juguetes será un gran éxito, Mora. ¡Aprendiste a compartir!"- dijo Lila abrazando a su perro.
El día del carnaval llegó, y Lila estaba tan emocionada. Todo el barrio se reunió en el jardín. Cuando Martina vio a Mora sentado tranquilo entre los juguetes mientras Lila bailaba y se reía, no pudo evitar sonreír. "¡Mira, Lila! ¡Mora se comportó muy bien!"-
Con el carnaval lleno de risas y diversión, Mora se convirtió en el héroe de todos. Participaba en cada juego, y en lugar de quitarles la atención a los juguetes, los ayudaba a que todos se divirtieran juntos.
Al final del día, Lila se acercó a Mora y le dijo: "Ves, Mora, no se trata de ser el centro de atención, sino de disfrutar con los amigos, ¡sean ellos peluches o perritos!"-
Desde ese día, Mora aprendió no solo a compartir, sino a ser un excelente compañero de juegos. Lila, Martina, y Mora continuaron organizando carnavales cada año, pero esta vez fue Mora quien siempre esperaba su turno para ayudar a Lila a hacerlos aún más especiales.
Y colorín colorado, ¡este cuento ya ha terminado!
FIN.