More y el Campamento de Baile
Había una vez en una ciudad llena de colores y risas, una niña llamada More Sosa. More era una apasionada del baile, y su pasión brillaba tanto como sus ojos. Desde muy pequeña, había estado tomando clases de ballet y también le encantaba bailar cumbia, hip-hop y salsa. Siempre que escuchaba música, sus pies comenzaban a moverse solos.
Un día, More se mudó a un vecindario nuevo llamado Vista Alegre Norte. Estaba un poco nerviosa, porque sabía que tenía que hacer nuevos amigos. En su primer día en la nueva casa, salió a jugar al parque y, para su sorpresa, escuchó música de baile. Al acercarse, vio a un grupo de niñas bailando.
- “¡Hola! ¿Quieren que me una a ustedes? ” - preguntó More tímidamente.
Las niñas se detuvieron y una de ellas, de cabello rizado y una sonrisa brillante, respondió:
- “¡Sí, claro! Yo soy Emilia. ¿Bailas? ”
More, emocionada, se unió al grupo. Comenzaron a bailar juntas, y More se dio cuenta de que a Emilia le encantaba el hip-hop, justo como a ella. Las dos se entendieron enseguida y se hicieron amigas inseparables. Pasaban horas bailando y practicando nuevas coreografías en el parque. Sin embargo, había un pequeño problema...
- “More, en dos semanas hay un gran concurso de baile en la escuela. ¿Qué te parece si participamos? ” - propuso Emilia un día.
More palideció al escuchar la palabra 'concurso'. Era algo que siempre había soñado, pero nunca había tenido el valor de participar.
- “No sé, Emilia. ¿Y si no somos lo suficientemente buenas? ” - respondió con un tono dudoso.
Emilia, con una sonrisa alentadora, respondió:
- “No importa. El baile es para divertirnos. Si ganamos, ¡genial! Pero si no, siempre podemos disfrutar el momento y aprender algo nuevo. ¿Qué dices? ”
Tras pensarlo un momento, More sintió que la confianza de su amiga la empujaba a atreverse.
- “¡Está bien! Participemos. Pero necesitamos practicar mucho.” - exclamó More.
Comenzaron a ensayar todos los días, creando una coreografía que combinaba ballet, hip-hop y algunos movimientos de salsa. Mientras practicaban, se dieron cuenta de que no solo estaban mejorando sus pasos, sino que también aprendían a trabajar en equipo y a apoyarse mutuamente.
Sin embargo, a medida que se acercaba el día del concurso, More comenzó a sentir nervios y dudas. Una noche, mientras practicaban, tropezó y cayó.
- “¡Ay! No puedo hacer esto…” - dijo entre lágrimas.
Emilia se apresuró a ayudarla a levantarse.
- “¡Ánimo, More! Todos se caen de vez en cuando. Lo importante es levantarse y seguir bailando. ¿Recuerdas cómo empeoramos al principio? Ahora bailamos mejor juntas. ¡Confía en ti! ”
Las palabras de Emilia le dieron a More un nuevo impulso. Se secó las lágrimas y sonrió. Sabía que tenía que confiar en su talento y en el trabajo que habían hecho juntas.
El día del concurso llegó. El escenario estaba lleno de luces y el público aplaudía con emoción. Cuando llegó su turno, More se sintió un poco nerviosa, pero sabía que no estaba sola. Emilia estaba a su lado.
Al empezar a bailar, More dejó que la música la envolviera. Se olvidó del miedo y se divirtió. Los dos estilos se fusionaban perfectamente, y el público comenzó a aplaudir al ver la energía que transmitían. Cuando terminaron, recibieron una ovación atronadora.
- “¡Lo hicimos, More! ¡Fuiste increíble! ” - gritó Emilia, abrazándola.
Cuando anunciaron los resultados, no ganaron el primer lugar, pero sí obtuvieron un reconocimiento especial por su originalidad y la energía de su danza.
- “¡Eso es genial, Emilia! ¡Lo hicimos juntas! ” - exclamó More radiante de alegría.
A partir de ese día, More y Emilia continuaron bailando juntas y también inspiraron a otros niños a que se unieran al club de baile de la escuela. Aprendieron que lo más importante no era ganar, sino disfrutar de la danza y la amistad.
Y así, en Vista Alegre Norte, More descubrió que el verdadero valor estaba en compartir su pasión y que, cuando te apoyas en los demás, todo es posible. El baile continuó y, con él, las risas, la amistad y la alegría.
FIN.