Mosca y el Saltamonte
Había una vez una mosquita llamada Lila, que volaba feliz por los verdes campos de una granja. Cada día, Lila exploraba flores de mil colores y disfrutaba del cálido sol que acariciaba sus alas. "¡Qué hermoso es volar!"- pensaba mientras se deslizaba entre pétalos y hojas. Pero un día, mientras revoloteaba cerca de un arbusto, escuchó un grito desesperado. "¡Ayuda!"- decía una voz que provenía del suelo.
Intrigada, Lila bajó y se encontró con un saltamontes triste, llamado Tito, que no podía moverse. "¿Qué te pasó?"- le preguntó Lila.
"Me lastimé una pata mientras saltaba y ahora no puedo ir a la fiesta de los insectos esta noche!"- sollozó Tito.
Lila, decidida a ayudar a su nuevo amigo, le respondió: "¡No te preocupes, Tito! Encontraremos la manera de que puedas ir a la fiesta."
Dándose cuenta de que no podía llevar a Tito volando, Lila tuvo una idea. "Podemos construirte una camita con hojas y palitos, y yo te llevaré sobre ella."
"Pero eso va a tardar mucho tiempo, y la fiesta ya se acerca..."- se lamentó Tito.
"No importa, ¡cada minuto cuenta para que te recuperes!"- dijo Lila con esperanza.
Así que se pusieron manos a la obra. Juntas recolectaron hojas, ramitas y un poco de tela de araña para hacer que la camita fuera cómoda. Al principio, Tito pensaba que era un mal plan. "¿Cómo voy a divertirme en una fiesta si llego tarde?"- murmuraba.
"Lo importante es que llegues, y que no te lastimes más en el camino. La diversión estará siempre ahí esperándote, Tito."- explicó Lila, sonriendo.
Después de un tiempo de arduo trabajo y risas, la camita ya estaba lista. Tito se acomodó y Lila, con su energía y valentía, comenzó a volar. Pero la brisa era fuerte y la camita empezaba a volar de un lado a otro.
"¡Ten cuidado, Lila!"- gritó Tito, "me puedo caer!"- Mientras luchaba para estabilizar su vuelo, Lila tuvo que concentrarse y usar toda su fuerza.
"Sólo confía en mí, Tito!"- dijo Lila, apretando su pequeño cuerpo para mantener la dirección. Fue un desafiador viaje lleno de turbulencias. En un momento, un viento especialmente fuerte hizo que Tito gritara. "¡Voy a caer!"-
Pero en ese instante, Lila decidió improvisar. Con un giro rápido, logró estabilizar la camita, y con un último esfuerzo, alcanzaron el claro donde se celebraba la fiesta. Cuando aterrizaron, todos los insectos se sorprendieron.
"¡Llegaron!"- exclamaron. "No creíamos que lo lograrías, Lila. Y mira, Tito llegó también."-
"¿Cómo hiciste?"- preguntaron los amigos de Lila.
"Todo fue un trabajo en equipo y mucha voluntad!"- respondió Lila, dándole un guiño a Tito.
La fiesta comenzó, y Tito no solo pudo disfrutar, sino que rápidamente se olvidó del dolor. "¡Gracias, Lila! Eres increíble. Nadie quería ser mi compañero por estar herido, y vos estuviste ahí para ayudarme a seguir adelante."
"Siempre estaré para ayudar a un amigo"- respondió Lila, sonriendo al ver a su amigo disfrutar.
Al caer la noche, mientras todos bailaban y reían, Lila se sintió feliz. Había aprendido que la amistad y la ayuda son más importantes que llegar a tiempo. Y Tito descubrió que, aunque había llegado tarde, había mucho amor y diversión esperándolo.
Esa noche todos aprendieron algo valioso: en la vida a veces hay obstáculos, pero eso no significa que no se pueda disfrutar del viaje, y siempre se puede encontrar una forma de ayudar y ser ayudados.
Y desde aquel día, Lila y Tito se convirtieron en los mejores amigos, explorando juntos el campo, disfrutando de cada momento en el cielo y en la tierra. Juntos, aprendieron que la verdadera felicidad proviene de compartir aventuras y apoyarse mutuamente.
FIN.