Mourad el niño valiente
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía un niño llamado Mourad. Era conocido por su gran valentía y su espíritu aventurero. A menudo, se sentaba en la orilla del río, soñando con explorar el mundo más allá de su hogar.
Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, escuchó rumores sobre un viejo castillo abandonado que se encontraba en lo alto de una colina. Los chicos hablaban de historias de tesoros escondidos y misterios por resolver.
"- Yo quiero ir al castillo!", exclamó Mourad, brillando en su entusiasmo.
"- Pero es peligroso, Mourad. Dicen que está lleno de trampas", le dijo Sofía, su mejor amiga.
"- Las trampas son para los cobardes. Necesitamos un héroe!", afirmó Alex, un niño del grupo, mientras movía su espada de juguete.
Esa tarde, Mourad decidió que sería el héroe que su pueblo necesitaba. Junto con sus amigos, planeó la aventura. Sabían que el castillo estaba a una larga distancia y que tendrían que estar preparados.
"- Vamos a hacer mochilas con provisiones y una lista de las cosas que necesitamos", sugirió Mourad con determinación.
"- Tendremos que llevar linternas y cuerda, por si nos perdemos", agregó Sofía. Todos colaboraron, emocionados por la aventura que les esperaba.
Al día siguiente, partieron al amanecer. Con cada paso que daban, el castillo se veía cada vez más imponente. Cuando llegaron, el lugar resultó ser más misterioso y antiguo de lo que imaginaron. Estaba cubierto de hiedra y las puertas chirriaban al abrirse.
"- Esto parece sacado de un cuento de hadas", dijo Alex, mirando alrededor con asombro.
Sin embargo, Mourad notó que algo andaba mal. Un viento helado recorrió el lugar y de repente, se escuchó un estruendo. Una piedra del techo se deslizó y cayó cerca de ellos.
"- Hay que tener cuidado!", gritó Mourad.
Los chicos se miraron preocupados, pero Mourad, con su valor, se convirtió en el líder. "- Vamos a explorar juntos. Recuerden, hay fuerza en la unión!".
Entraron en el castillo y comenzaron a investigar. De pronto, encontraron un mapa antiguo en una sala oscura. El mapa conducía a un cuarto secreto donde, según las leyendas, estaba escondido un tesoro.
"- ¡Miren esto!", exclamó Sofía, iluminando el mapa con su linterna.
La emoción creció en el grupo. Pero a medida que se adentraban más en el castillo, se toparon con una serie de acertijos que bloqueaban la entrada al cuarto del tesoro.
"- ¿Cómo resolveremos esto?", preguntó Alex, viendo la dificultad de los acertijos.
"- Si trabajamos juntos, podemos hacerlo!", dijo Mourad, recordando cómo al resolver problemas en la escuela, siempre habían encontrado la respuesta si colaboraban.
La primera pista decía: "Si el cielo es azul y el pasto es verde, ¿qué color es la tierra cuando llueve?". Después de un momento de discusión, Sofía sugirió: "- ¡Marrón!".
Así, lograron resolver cada acertijo uno por uno, hasta llegar a la gran puerta del tesoro. Era una puerta enorme y pesada.
"- ¡Podemos abrirla!" dijo Mourad. Con esfuerzo, empujaron la puerta y se abrió con un ruido estruendoso. Con sus corazones palpitando de emoción, entraron a la sala, donde estaba el tesoro: un cofre lleno de joyas y monedas antiguas.
"- ¡Lo logramos!", gritaron todos juntos. Pero entonces, Mourad notó algo más: "- Chicos, miren la pared. Hay dibujos que cuentan la historia de este lugar. Esto es más valioso que el oro".
Decidieron llevar solo unas pocas monedas como recuerdo, y después de muchas risas y alegrías, regresaron a casa con una lección importante: no siempre se trata de lo que uno tiene, sino de las experiencias que vivimos y los amigos que tenemos a nuestro lado.
Al regresar, el pueblo los recibió como héroes. Mourad se dio cuenta de que había descubierto no solo un tesoro material, sino también el valor de la amistad y la valentía de enfrentar lo desconocido juntos.
FIN.