Muchos cambios en la comisaría



Era una mañana soleada en la pequeña ciudad de Villa Esperanza. La comisaría, un edificio de ladrillos rojos con un gran cartel que decía "POLICÍA" en letras blancas, estaba a punto de vivir un día muy especial.

Dentro, el oficial Juan estaba muy concentrado. Había estado revisando un montón de papeles y avisos sobre las actividades del barrio. Sin embargo, no se había dado cuenta de que había un teléfono sonando insistentemente.

"¡Oficial Juan!" -llamó su compañera, la oficial Ana, saltando de su silla."¿No escuchás que suena el teléfono?"

"Pero yo estaba muy concentrado en esto de las actividades..." -contestó Juan.

"A veces te perdés en tu mundo, amigo. Necesitamos estar atentos a todo lo que ocurre" -dijo Ana con una sonrisa.

Entonces, Juan se levantó en un instante y respondió el teléfono.

"¡Comisaría de Villa Esperanza, te escucho!" -dijo, tratando de sonar profesional.

Al otro lado, la voz de un niño llamado Lucas se escuchó con preocupación.

"¡Hola, oficial! Tengo un problema. Abajo de mi casa hay una perrita callejera, y parece herida, no se mueve..."

Juan, con la lengua trabada por la sorpresa, miró a Ana. Ella frunció el ceño, como si no se pudiera creer que había un animal herido y no se hubieran dado cuenta antes.

"A ver, Lucas. Mirame. Dime dónde estás. Vamos a ayudarte" -dijo Juan, recuperando la compostura.

"¡Estoy en la calle Luna, en la casita azul!"

Sin perder tiempo, Juan y Ana se pusieron sus gorras, tomaron un botiquín y salieron disparados hacia la dirección que el niño mencionó.

Mientras corrían, Ana recordó algo muy importante.

"Juan, tenés que aprender a estar más atento. Las cosas suceden a nuestro alrededor, incluso cuando estamos concentrados en algo. Perdemos oportunidades valiosas si no prestamos atención."

"Tenés razón, Ana. Hoy me di cuenta de que no siempre es solo trabajo. A veces, necesitamos ayudar a los demás" -respondió Juan, un poco avergonzado.

Cuando llegaron al lugar, se encontraron a Lucas de pie junto a una pequeña perra de pelaje marrón, que estaba acurrucada en la esquina del jardín.

"¿Está bien?" -preguntó Juan, arrodillándose frente al animal.

"No lo sé, creo que se lastimó una pata" -dijo Lucas, con los ojos llenos de lágrimas.

Ana miró detenidamente a la perra y se puso en acción.

"Necesitamos un lugar tranquilo para atenderla. Lucas, podrías ayudarnos a llevarla a la comisaría, allí podemos curarla mejor" -sugirió.

Lucas, al ver que había esperanza, asintió. Con mucho cuidado, levantó a la perra y se dirigieron hacia la comisaría, donde Ana había preparado un pequeño espacio con mantas y agua.Su equipo de medicina estaba listo también.

Una vez dentro, comenzaron a atender a la perrita bajo la atenta mirada de Lucas.

"Hiciste una gran acción al llamar, Lucas. A veces, solo necesitamos un poco de ayuda para notar lo que está a nuestro alrededor" -dijo Juan mientras trabajaba en la pata de la perra.

"¡Gracias! Yo siempre trato de mirar lo que sucede. Mi mamá dice que uno no debe ignorar lo que puede ayudar" -respondió Lucas, sintiéndose orgulloso.

Mientras tanto, la perra empezaba a abrir los ojos y a mover su cola, recuperando la energía poco a poco. Juan y Ana se miraron y sonrieron, ya que sabían que habían hecho lo correcto.

Cuando terminaron de curar a la perra, decidieron buscarle un nuevo hogar. A través de las redes sociales, compartieron la historia de la perrita y, en pocas horas, comenzaron a recibir mensajes.

Finalmente, una familia llegó para adoptarla. Era un día alegre, y mientras todos se despedían, el oficial Juan se sintió muy orgulloso.

"Hoy aprendí que a veces las cosas importantes se nos pueden escapar si no estamos atentos. Gracias, Ana, por recordármelo. Y gracias, Lucas, por tener la valentía de ayudar a la perra" -dijo Juan.

"Al final, lo importante es trabajar juntos y cuidar lo que nos rodea" -concluyó Ana, mientras todos reían y aplaudían.

Desde ese día, Juan se volvió más atento y curioso, no solo en su trabajo, sino también con todo lo que sucedía a su alrededor. Y, por supuesto, siempre que podía, anotaba en su libreta todas las novedades del barrio, sin dejar de mirar hacia donde podría haber más pequeños Lucas esperando ayudar a quienes lo necesitaban.

FIN.

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