Muñecas y Amistad
Había una vez un niño llamado Samu, quien tenía un gran secreto. A diferencia de otros niños de su edad, a él le encantaban las muñecas.
Pero Samu tenía miedo de que los demás se burlaran de él si descubrían su gusto por jugar con ellas. Todos los días, después de la escuela, Samu solía visitar una pequeña tienda de juguetes en el centro del pueblo.
Allí pasaba horas y horas admirando las diferentes muñecas y soñando con tener una para jugar en casa. Sin embargo, siempre que alguien se acercaba a la tienda, rápidamente cambiaba su expresión y fingía estar interesado en los autos o juegos de construcción.
Un día soleado, mientras caminaba por el parque cerca de su casa, Samu encontró algo muy especial: una caja abandonada bajo un árbol.
Al abrirla, sus ojos brillaron al ver lo que había dentro: ¡una hermosa muñeca vestida con un elegante traje! Samu no pudo resistirse y tomó la muñeca en sus manos. Sentía como si hubiera encontrado a una amiga especial.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de llevársela a casa escondida bajo su chaqueta, apareció Lucas, uno de los chicos más populares del colegio. Lucas era conocido por ser muy valiente y fuerte. Pero también era conocido por hacer bromas pesadas a otros niños que no encajaban en sus estándares —"normales" .
Cuando vio a Samu sosteniendo la muñeca entre sus manos temblorosas, Lucas se acercó con una sonrisa maliciosa en su rostro. "¡Miren todos, Samu juega con muñecas!", gritó Lucas, señalando a Samu y riendo a carcajadas. Los demás niños se acercaron rápidamente y comenzaron a reírse también.
Samu sintió como si el mundo se le viniera encima. Se quedó paralizado, sin saber qué hacer ni cómo defenderse. Pero justo en ese momento, una voz amable resonó desde detrás de los niños burlones.
Era Sofía, una niña nueva en el colegio que había visto toda la escena. "¿Y qué hay de malo en que Samu juegue con muñecas?", preguntó Sofía con determinación. Todos se quedaron callados por un momento.
Nadie había esperado esa pregunta. Sofía continuó:"Cada uno tiene sus propios gustos y eso está bien. No deberíamos burlarnos de alguien solo porque es diferente". Las palabras de Sofía hicieron reflexionar a los demás niños.
Poco a poco, las risas cesaron y las miradas se volvieron hacia Lucas, quien bajó la cabeza avergonzado por su comportamiento. Samu tomó valor y habló:"Tienes razón, Sofía. Me gusta jugar con muñecas porque me divierto mucho haciéndolo".
Sofía sonrió y extendió su mano hacia Samu:"Entonces juguemos juntos alguna vez", dijo ella amablemente. A partir de ese día, Samu dejó de ocultar su gusto por las muñecas.
Jugaba abiertamente con ellas en el parque junto a Sofía y otros niños del colegio. Descubrió que no había nada malo en ser diferente y que cada uno tenía derecho a disfrutar de lo que le gustaba.
Y así, Samu aprendió una valiosa lección: la importancia de aceptarse a uno mismo y respetar las diferencias de los demás. A partir de ese día, el parque se llenó de risas, juegos y diversión para todos los niños, sin importar sus preferencias o gustos. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.