Música en el Bosque Mágico



Era un día soleado cuando cinco personajes de distintas culturas se encontraron en un hermoso bosque tropical. Allí estaba Mei, una dulce niña de China, que llevaba en sus manos un erhu, un instrumento que parecía un arco con cuerdas. A su lado, estaba David, un joven hebreo con una pequeña lira hecha de madera. Lucía emocionado por la música. También estaba Helios, un sabio griego, quien tenía una flauta de caña que había traído de su hogar. A su lado, Andromeda, una romana con riguroso paso, sostenía un salterio en su regazo. Y, por último, Kofi, un alegre niño africano, traía un djembe, un tambor que prometía ritmos vibrantes.

Mientras los personajes se instalaban bajo un gran árbol, Mei se adelantó y dijo: - ¡Hola a todos! Mi nombre es Mei y en mi país, usamos el erhu para contar historias. Suena como las lágrimas que caen en un día triste. ¿Alguien quiere escuchar?

- ¡Yo! - exclamó David. - En mi cultura, la música es parte de nuestra vida diaria. Tocamos la lira en las festividades. ¡La música nos une!

Mei sonrió y comenzó a tocar su erhu. Las notas suaves se deslizaron entre las hojas del bosque, llenando el aire con una melancólica armonía.

- ¡Eso es hermoso! - dijo Andromeda. - En Roma, nos encanta el salterio. A veces, las melodías que tocamos son tan alegres que hacen bailar a todos. ¿Quieres que te muestre?

- ¡Claro! - respondió Mei, mientras David asentía con entusiasmo. Andromeda tomó su salterio y comenzó a tocar un ritmo alegre, su música era tan contagiosa que todos comenzaron a mover los pies al compás.

Kofi, que había estado observando, levantó su djembe y dijo: - En África, la música es el corazón de nuestras tradiciones. ¡Bailamos y celebramos con nuestros tambores! Les enseñaré un ritmo.

Los otros personajes miraron intrigados. - ¡Sí! - dijeron al unísono. Kofi comenzó a tocar, y las vibraciones del tambor resonaron por todo el bosque. Las aves dejaron de cantar y parecían escuchar.

Helios, no queriendo quedarse atrás, sacó su flauta. - En Grecia, la flauta cuenta historias también. La música puede llevarte en un viaje a lugares lejanos. ¡Te mostraré! - y comenzó a tocar una melodía que pareció hacer fluir el agua de un río lejano.

Cada uno de ellos, a su manera, compartió sus historias y tradiciones. Pero justo cuando la música alcanzó su punto más alto, comenzaron a notar que el cielo se oscurecía. Una tormenta se acercaba rápidamente.

- ¡Rápido, tenemos que refugiarnos! - gritó David. Todos comenzaron a correr buscando un lugar seguro. Justo cuando pensaron que no habría un lugar donde esconderse, encontraron una cueva grande y oscura.

Dentro de la cueva, se sentaron juntos, y la lluvia comenzó a caer fuertemente afuera. - ¿Qué haremos ahora? - preguntó Andromeda, preocupada.

- ¡Podemos seguir tocando! - sugirió Kofi. - La música puede ahuyentar el miedo.

- ¡Buena idea! - dijo Helios. - Sigamos compartiendo nuestras melodías.

Así fue como, en medio de la tormenta, todos comenzaron a tocar en la cueva. Mei tocaba su erhu, David la lira, Andromeda el salterio, Kofi el djembe y Helios su flauta. Las notas llenaron la cueva, resonando en cada rincón y haciendo que el miedo se desvaneciera.

La tormenta sonaba fuerte, pero sus corazones estaban juntos en armonía. Después de un rato, la lluvia comenzó a disminuir, y la música se detuvo. Salieron uno a uno de la cueva.

— ¡Miren! - exclamó Kofi, señalando el cielo. - ¡Un arcoíris!

Mei sonrió y dijo: - Y cuando el arcoíris aparece, es un tiempo para celebrar. ¡Tengamos una fiesta!

Así fue como, en medio del bosque tropical, los cinco personajes comenzaron a bailar y a tocar entre risas. Aprendieron que, sin importar de dónde vinieran, la música tenía el poder de unir corazones y que cada melodía traía consigo una historia especial.

Y así, el bosque se llenó de alegría, y cada uno de ellos prometió que sus culturas siempre estarían conectadas a través de la música. Desde aquel día, cada vez que se miraban las nubes grises al horizonte, recordaban el poder de la música y su hermosa amistad, que siempre tornaba las tormentas en arcoíris.

FIN.

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