Nacho y la elección del paladar



Había una vez un cuervo llamado Nacho que vivía en un gran árbol en medio del bosque.

Nacho era un cuervo muy inteligente y curioso, pero tenía un dilema: no sabía qué tipo de comida le gustaba más, si las semillas o los frutos. Un día, mientras volaba por el bosque, se encontró con su amigo Luisito el búho. Luisito siempre tenía respuestas a todas las preguntas, así que Nacho decidió pedirle consejo.

"¡Hola Luisito! Tengo un dilema y necesito tu ayuda", dijo Nacho mientras se posaba en una rama junto al búho. Luisito levantó sus grandes ojos amarillos y miró a Nacho con curiosidad. "Dime cuál es tu dilema, amigo mío", respondió él.

Nacho explicó su problema y le preguntó a Luisito qué debía hacer. "No puedo decidir si me gustan más las semillas o los frutos. ¿Qué opinas tú?". Luisito reflexionó durante unos segundos antes de responder.

"Bueno, Nacho, la respuesta está en tus propias alas", dijo finalmente el búho con sabiduría. Nacho quedó perplejo ante la respuesta de su amigo. "¿En mis propias alas? No entiendo".

Luisito sonrió y continuó explicando: "Cada ave tiene diferentes preferencias alimenticias según sus necesidades nutricionales. Algunos prefieren las semillas porque son ricas en proteínas y grasas saludables para ellos, mientras que otros prefieren los frutos porque contienen vitaminas y minerales esenciales". Nacho asintió lentamente mientras procesaba la información.

"Entonces, ¿qué debo hacer?". Luisito extendió sus alas y le dijo: "Debes escuchar a tu cuerpo y probar ambos tipos de alimentos. Observa cómo te sientes después de comer semillas y frutos, y así sabrás cuál es el mejor para ti".

Nacho agradeció a Luisito por su consejo y voló hacia un campo cercano donde había un montón de semillas. Comenzó a comer algunas y sintió que su energía aumentaba rápidamente.

Después, voló hacia un árbol frutal cercano y probó algunos jugosos frutos. Se dio cuenta de que se sentía revitalizado y lleno de vitalidad. "¡Wow! Ahora entiendo lo que quiso decir Luisito", exclamó Nacho emocionado. "Ambos tipos de comida son deliciosos y me hacen sentir bien".

A partir de ese día, Nacho decidió disfrutar tanto de las semillas como de los frutos en su dieta diaria. Se sentía feliz al saber que podía satisfacer sus necesidades nutricionales sin tener que elegir uno sobre el otro.

Nacho compartió su experiencia con otros animales del bosque e inspiró a muchos a escuchar sus propios cuerpos para tomar decisiones saludables.

Y así, el cuervo Nacho aprendió una valiosa lección: no siempre hay una única respuesta correcta para todo dilema; aveces debemos escuchar nuestro propio instinto y encontrar nuestro propio camino.

FIN.

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