Nacho y la Luna Plateada



En una pequeña casa en la ciudad, vivía un niño llamado Nacho. A Nacho le encantaba mirar la luna todas las noches desde la ventana de su habitación.

Él solía decir que la luna era su amiga y que le gustaba reflexionar sobre la vida y los misterios del universo mientras la observaba. Un día, Nacho decidió construir un telescopio para poder ver la luna más de cerca. Con la ayuda de su abuelo, juntaron materiales y armaron el telescopio.

-Abuelo, ¿crees que podré ver a la Luna más de cerca con este telescopio? - preguntó Nacho emocionado. -Claro que sí, Nachito.

Con un buen telescopio, podrás ver todos los detalles de la Luna plateada -respondió su abuelo con una sonrisa. Aquella noche, Nacho observó la luna a través de su nuevo telescopio. Quedó maravillado al ver las montañas y cráteres en la superficie lunar. Desde entonces, Nacho pasaba todas las noches estrelladas observando la luna y reflexionando.

Un buen día, Nacho decidió escribir un cuento sobre su amiga la Luna. Mientras escribía, imaginaba un mundo mágico donde la Luna era el faro de los sueños. Su cuento se convirtió en un libro que compartió con sus amigos y vecinos.

La historia de Nacho y la Luna plateada se hizo famosa en toda la ciudad, inspirando a muchos a mirar hacia arriba y soñar.

Nacho entendió que, al igual que la Luna, todos tenemos un brillo especial dentro de nosotros que podemos compartir con el mundo. Desde entonces, Nacho siguió mirando la luna, pero esta vez con el corazón lleno de sueños y esperanza.

FIN.

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