Nacho y la señorita del jardín


Había una vez un niño llamado Nacho, que asistía a la escuela primaria. A Nacho le encantaba aprender nuevas cosas y siempre estaba ansioso por descubrir el mundo que lo rodeaba.

Pero cuando se trataba del jardín de la escuela, su entusiasmo desaparecía por completo.

La señorita del jardín, quien era muy amable y cariñosa con todos sus estudiantes, notó que Nacho no estaba interesado en las actividades de jardinería y decidió hablar con él para saber qué estaba pasando. - Hola Nacho, ¿te gusta el jardín? - preguntó la señorita. - No mucho - respondió Nacho con desgano -, prefiero estar adentro aprendiendo matemáticas o ciencias.

La señorita comprendió que a veces los niños pueden tener diferentes intereses y habilidades, pero sabía lo importante que era enseñarles sobre la naturaleza y cuidar nuestro planeta. Así que decidió ayudar a Nacho a encontrar algo en el jardín que pudiera gustarle.

Un día, durante la clase de jardinería, la señorita les mostró a los niños cómo sembrar semillas para hacer crecer plantas aromáticas como menta y albahaca.

Aunque al principio Nacho no parecía muy emocionado, cuando tuvo en sus manos las semillas y comenzó a plantarlas se sorprendió al sentir su textura suave entre sus dedos. - ¡Está fresquita! - exclamó sorprendido mientras sonreía por primera vez desde hacía tiempo -, esto es divertido.

A partir de ese momento, Nacho empezó a interesarse más en las actividades del jardín y se convirtió en un experto cuidando de las plantas. La señorita le enseñó todo lo que sabía sobre las diferentes especies de flores y árboles, cómo regarlas y cuidarlas para que crezcan fuertes y saludables.

Un día, durante una excursión al bosque cercano, Nacho encontró una flor muy rara y hermosa que nunca había visto antes. Con la ayuda de la señorita, aprendió su nombre científico y descubrió que era originaria de América Latina.

- ¡Es increíble! - exclamó Nacho emocionado -, no sabía que podíamos encontrar cosas tan interesantes aquí cerca de nuestra escuela.

A partir de ese momento, Nacho se convirtió en el líder del grupo del jardín y les enseñaba a sus compañeros todo lo que había aprendido. Juntos hicieron un huerto escolar donde cultivaban frutas y verduras para usar en la cocina de la escuela.

La señorita estaba muy orgullosa de Nacho por haber encontrado algo nuevo e interesante en el jardín. Él había descubierto su pasión por la naturaleza gracias a ella y ahora era uno de los estudiantes más felices e involucrados en todas las actividades escolares.

Desde entonces, cada vez que veía una planta o flor nueva, Nacho recordaba cómo había encontrado su amor por el jardín gracias a la paciencia y dedicación de su querida maestra.

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