Nachos Dream Drive
Había una vez un niño llamado Nacho, a quien le apasionaban los autos y todo lo que tuviera ruedas. Desde que era muy pequeñito, siempre gritaba "rum rum" cada vez que veía pasar un auto por la calle.
Su entusiasmo era tan grande que su padrino decidió llevarlo a pasear en su jeep azul. Un día soleado, el padrino recogió a Nacho y juntos se subieron al jeep azul.
El motor del vehículo rugió con fuerza mientras aceleraban por las calles de la ciudad. Nacho no podía contener la emoción y sus ojos brillaban de felicidad. - ¡Rum rum! ¡Qué divertido es esto, padrino! - exclamó Nacho emocionado.
El padrino sonrió y disfrutó viendo la alegría en el rostro de su ahijado. Recorrieron diferentes lugares, pasaron por parques llenos de niños jugando y hasta llegaron a una granja donde vivían muchas vacas.
Allí, el abuelo de Nacho los esperaba con el tractor verde para alimentar a las vacas. El abuelo invitó a Nacho a subirse al tractor y juntos se dirigieron hacia el campo donde estaban los animales. - Abuelito, ¿puedo manejar el tractor? - preguntó Nacho emocionado.
- Claro que sí, mi querido nieto. Pero primero debes aprender cómo funciona - respondió el abuelo con ternura. El abuelito enseñó pacientemente a Nacho cómo manejar el volante y los pedales del tractor. Poco a poco, fue dejando que él tomara el control.
Nacho se sentía muy orgulloso de poder conducir y ayudar a su abuelo con la tarea. Después de un día lleno de aventuras, llegó el momento de regresar a casa.
Pero antes, Nacho no podía evitar mirar su auto de juguete viejo y roto que descansaba en una esquina del cuarto. - ¿Por qué te gusta tanto ese auto viejo, Nachito? - preguntó curioso su mamá.
- Es mi favorito porque aunque esté roto, siempre me hace soñar - respondió Nacho con una sonrisa. Esa noche, mientras estaba acostado en su cama, Nacho imaginó grandes carreras con su auto de juguete. Soñaba con convertirse en un piloto famoso y recorrer el mundo entero en autos veloces.
A medida que crecía, Nacho nunca dejó de amar los autos y las emociones que le brindaban. Estudió sobre mecánica automotriz y se convirtió en un ingeniero especializado en vehículos.
Trabajó duro para hacer realidad sus sueños y logró construir autos increíbles que ayudaron a muchas personas. Nacho aprendió que no importa si los autos son grandes o pequeños, nuevos o viejos; lo importante es seguir tus pasiones y nunca dejar de soñar.
Y así fue como este niño apasionado por los autos inspiró a muchos otros a perseguir sus propios sueños, sin importar las dificultades que puedan encontrar en el camino.
FIN.