Nahuelito y los Amigos del Río



En las hermosas tierras de la Patagonia Argentina, entre montañas y ríos cristalinos, un grupo de chicos de la escuela primaria se aventuró a visitar la famosa ciudad de Bariloche. Todos estaban emocionados porque habían escuchado historias sobre un misterioso monstruo acuático que vivía en el río Nahuel Huapi.

Entre ellos estaba Sofía, una chica curiosa y con una gran imaginación; Tomás, un aventurero y siempre en busca de emociones; y Elena, que tenía un gran amor por la naturaleza.

"¿Creen que será verdad lo de Nahuelito?", preguntó Sofía, mirando a sus amigos con ojos brillantes.

"¡Seguro!", respondió Tomás, con entusiasmo. "Tengo un amigo que lo vio una vez, ¡y me dijo que es gigante y amable!"

"Me encantaría conocerlo", dijo Elena. "Siempre he querido hablar con un ser de la naturaleza y entender más sobre él."

Los tres amigos decidieron que, durante su visita a Bariloche, buscarían a Nahuelito. Entonces, comenzaron su excursión hacia la orilla del río Nahuel Huapi. Con sus mochilas cargadas de bocadillos y mapas, se adentraron en la aventura.

Mientras caminaban, escucharon un suave chapoteo en el agua.

"¿Escucharon eso?", preguntó Sofía, parando en seco.

"Sí, parece que viene del agua", dijo Tomás, acercándose con cautela.

"Vamos a ver qué es", sugirió Elena, llena de emoción.

Al llegar a la orilla, vieron ondas en el agua, justo en el lugar donde se escuchaba el sonido. De repente, emergió de las profundidades una gran cabeza cubierta de escamas brillantes y ojos amigables. Era Nahuelito, el monstruo acuático.

"¡Hola, chicos!", saludó Nahuelito, con una voz profunda pero tierna.

"¡¿Tú eres Nahuelito? !", exclamó Sofía, asombrada.

"Sí, soy yo. ¿Vienen a conocerme?", dijo Nahuelito, moviendo su colita en el agua.

Los chicos se miraron entre sí, llenos de alegría. Ellos pensaban que Nahuelito sería aterrador, pero en cambio, era un amigo feliz. Nahuelito les contó que cuidaba del río y de todos los animales que vivían en él.

"¿Puedo ayudarles en algo?", preguntó Nahuelito, mirando con interés a los pequeños aventureros.

"¡Sí!", dijo Tomás. "Después de que llegamos, notamos que había un montón de basura en el río. ¿Podemos ayudar a limpiarlo?"

"¡Eso sería genial!", afirmó Nahuelito.

Juntos, los chicos y Nahuelito se pusieron manos a la obra. Con sus manos y mucha determinación, recogieron plásticos, latas y otros desperdicios que estaban en las orillas. Mientras trabajan, Nahuelito les contaba historias sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y la bella fauna que habitaba en el río.

"Cuidar el agua es cuidar nuestra vida", les decía Nahuelito.

"Nunca hay que tirar basura, porque eso lastima a todos los seres vivos de aquí."

Al terminar de limpiar, los chicos estaban cansados pero felices. Nahuelito se los agradeció sinceramente.

"Gracias, amigos. ¡Ahora el río estará más limpio y feliz!"

"Nosotros también estamos felices de haberte conocido, Nahuelito", dijo Elena.

Luego de un día de aventuras, los chicos se despidieron de Nahuelito. Prometieron volver a visitarlo y seguir cuidando el río. Mientras regresaban, sabían que tenían un nuevo amigo, un guardián del agua que les había enseñado algo valioso: ¡la naturaleza es nuestro hogar y debemos protegerla!

Cuando llegaron a la escuela, compartieron su experiencia con sus compañeros, inspirándolos a cuidar el medio ambiente. Y así, la historia de Nahuelito se convirtió en un símbolo de amistad y protección por el río Nahuel Huapi.

FIN.

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