Nala y la conquista de las alturas
Nala era una gatita muy especial. A diferencia de otros gatos, ella le tenía miedo a todo: a los ruidos fuertes, a los perros, incluso al viento que soplaba con fuerza.
Por eso, se pasaba la mayor parte del día escondida debajo de la cama o detrás del sofá. Su mejor amiga era Flora, otra gata que vivía en el mismo edificio. Flora era muy diferente a Nala.
Era una gata tranquila y dormilona que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo en su cama. Un día, Nala decidió visitar a Flora para contarle lo mal que se sentía por tener tanto miedo todo el tiempo.
Al llegar al departamento de Flora, encontró la puerta entreabierta y decidió entrar sin hacer ruido. —"Flora" , susurró Nala mientras buscaba a su amiga por todos lados. Pero no había señal de ella en ninguna parte.
Entonces decidió buscarla afuera del departamento y escuchó un sonido extraño proveniente del techo. Nala subió hasta el techo con mucho cuidado y encontró a Flora durmiendo plácidamente sobre un pequeño cojín junto al borde del techo.
—"Flora" , llamó Nala preocupada mientras intentaba despertarla "¿Qué haces aquí arriba?"Flora abrió lentamente los ojos y bostezo antes de responder:"Me gusta estar aquí arriba porque puedo ver todo desde arriba". Nala miró hacia abajo y quedo impresionada por la vista panorámica que tenía desde ahí arriba.
Pero entonces recordó que ella le tenía miedo a las alturas y se sintió incómoda. "No puedo quedarme aquí mucho tiempo, tengo miedo de caerme", dijo Nala con voz temblorosa.
Flora la miró con ternura y le respondió:"No tienes por qué tener miedo. Solo tienes que encontrar algo que te haga sentir segura". Nala pensó en lo que Flora acababa de decirle y decidió intentar superar su miedo a las alturas.
Así que, poco a poco comenzó a subir al tejado del edificio todos los días hasta llegar al punto donde Flora dormía. Cada vez se sentía más cómoda en las alturas, hasta el punto de olvidar totalmente su temor.
Y así, Nala descubrió una parte nueva e interesante del mundo que antes había ignorado por su miedo.
A partir de ese día, Nala aprendió que no hay nada malo en tener miedos o inseguridades siempre y cuando estemos dispuestos a enfrentarlos para poder seguir creciendo como seres humanos.
FIN.