Namy, la heroína de Villa Perruna
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Perruna, una perrita llamada Namy. Namy era conocida por ser la más fiel de todas las mascotas del lugar.
Siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara y nunca fallaba en hacer sonreír a todos con su cariño y lealtad. Un día, mientras paseaba por el parque, Namy escuchó unos llantos provenientes de un callejón. Sin dudarlo ni un segundo, corrió hacia allí para ver qué sucedía.
Encontró a un gatito atrapado entre unas cajas y sin pensarlo dos veces, comenzó a empujarlas con todas sus fuerzas hasta lograr liberarlo. El gatito, agradecido, le dijo: "-¡Muchas gracias, Namy! Eres la mejor amiga que alguien podría tener.
" A partir de ese momento, Namy y el gatito se volvieron inseparables. Juntos recorrían el pueblo ayudando a quienes lo necesitaban y alegrando los corazones de todos los habitantes. Pero un día, una fuerte tormenta azotó Villa Perruna.
Las calles se inundaron y muchos animales quedaron atrapados en sus casas. Namy no dudó ni un segundo en ponerse en acción.
Con valentía y determinación, guió a cada uno de ellos hacia lugares seguros donde pudieran resguardarse. Sin embargo, cuando parecía que todo estaba bajo control, escucharon un fuerte ladrido proveniente del bosque cercano al pueblo. Era el lobo feroz que había llegado buscando comida debido a la escasez provocada por la tormenta.
Los habitantes temblaban de miedo ante semejante amenaza. Namy sabía que debía actuar rápido para proteger a su comunidad. Se acercó al lobo con paso firme y decidido.
"-Lobo feroz -dijo con voz serena-, entiendo que tengas hambre pero no puedes lastimar a nadie en este pueblo". El lobo gruñó con ferocidad pero algo en la mirada de Namy lo hizo detenerse. "-¿Por qué habría de escucharte?" -preguntó el lobo desconfiado-.
"-Porque juntos podemos encontrar una solución pacífica", respondió Namy con bondad en su mirada. Después de una larga conversación entre Namy y el lobo feroz, este último decidió marcharse del pueblo sin causar daño alguno.
Los habitantes estaban asombrados por la valentía y sabiduría de esa pequeña perrita tan especial. Desde ese día en adelante, Namy fue recordada como la heroína de Villa Perruna.
Todos aprendieron que no importa cuán grande sea el desafío o cuán peligrosa sea la situación; siempre hay una forma pacífica y amorosa de resolver los problemas si actuamos con valentía y compasión como lo hacía Namy, la perrita más fiel del mundo.
FIN.