Naoki y el Muro de los Cazadores



Había una vez un pequeño pueblo, protegido por un enorme muro, el cual separaba a los humanos de unos seres conocidos como Cazadores. Los humanos eran débiles, pero muy inteligentes, y habían construido este muro para protegerse de los cazadores, que eran fuertes y desmedidamente impulsivos.

Un día, un niño llamado Naoki decidió acercarse al muro y observar a los cazadores. Mientras se asomaba, vio a un grupo de ellos jugando y corriendo, saltando alrededor como si fuesen felinos salvajes. Era fascinante y aterrador a la vez.

"Mamá, ¿por qué no podemos jugar con ellos?" -preguntó Naoki, curioso.

"Porque son peligrosos, Naoki. Su fuerza es desmesurada y no entienden el concepto de jugar con cuidado" -respondió su madre.

Pero Naoki, determinado a entender, regresó al muro todos los días. Con el tiempo, empezó a notar algo interesante: los cazadores, a pesar de su fuerza, no eran tan distintos a él. También tenían sus alegrías, sus juegos y sus momentos de tristeza.

Un día, mientras observaba desde una grieta del muro, notó que un cazador se había lastimado una pata al saltar demasiado alto. Aunque era fuerte, el cazador comenzó a llorar porque no podía moverse.

Naoki, sintiendo empatía, le gritó: "¡No te preocupes, yo te ayudaré!"

El cazador dejó de llorar y miró hacia el sonido.

"¿Quién habla?" -preguntó, sorprendido.

"Soy yo, Naoki. Está bien, no tengas miedo. Puedo ayudarte desde aquí."

A partir de ese momento, una extraña amistad comenzó a florecer a través del muro. Naoki y el cazador, a quien llamó Kahu, comenzaron a comunicarse. Kahu le enseñó a Naoki sobre su mundo del otro lado del muro, juegos que requerían fuerza y destreza, mientras que Naoki le enseñaba sobre el mundo humano, lleno de inventos e ideas.

Una tarde, una feroz tormenta se desató. Los humanos del pueblo comenzaron a entrar en pánico.

"¡Todos al refugio!" -gritó el alcalde.

Pero Naoki pensó en Kahu. "¡Kahu! ¡Necesitamos tu ayuda!"

"¿Cómo puedo ayudar desde aquí?" -respondió Kahu, preocupado.

Naoki tuvo una idea brillante. "Podemos usar tu fuerza para ayudar a mover los objetos y bloquear el agua que viene. Si me dices cómo lo harás, yo puedo guiarte desde aquí hasta los puntos débiles de nuestra muralla."

Kahu comprendió y, al principio, fue un desafío. Pero gracias a los consejos de Naoki, pudo mover piedras y ramas para crear un escudo contra las fuertes corrientes de agua. Los cazadores, siguiendo las instrucciones de Kahu desde el otro lado, se unieron al esfuerzo.

Finalmente, juntos lograron detener la inundación. Para sorpresa de todos, en medio del caos, los humanos y los cazadores se dieron cuenta de que podían trabajar juntos, cada uno aprovechando su fortaleza para ayudar al otro.

Después de la tormenta, el pueblo decidió que era hora de romper las barreras, pero no de la manera que todos esperaban. Acordaron construir un puente que conectara ambos lados, donde los humanos y los cazadores pudieran jugar y aprender juntos en un espacio seguro.

Naoki miró a Kahu, emocionado. "¡Lo logramos, Kahu!"

"Sí, y lo mejor es que ahora seremos amigos de verdad" -respondió Kahu, sonriendo con sinceridad.

Así fue como Naoki y Kahu comenzaron un nuevo capítulo en sus vidas, uniendo dos mundos que antes parecían tan diferentes. Descubrieron que aunque las diferencias eran evidentes, la verdadera fuerza radica en la comprensión y la amistad. Y así, niños y cazadores jugaron juntos, demostrando que a veces, la inteligencia y la fuerza, cuando se unen, pueden lograr cosas maravillosas.

FIN.

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