Naomi y el lápiz desobediente
Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Naomi. Ella tenía un lápiz muy especial, pero a veces se comportaba de manera muy traviesa. Era un lápiz de color amarillo brillante y siempre quería que Naomi lo llevara a todas partes. Un día, mientras paseaban por el parque, el lápiz empezó a hablar.
"¡Naomi! ¡Déjame salir a caminar!" - gritó el lápiz.
Naomi se rió, pero sabía que no podía dejar que su lápiz se escapara.
"Pero, lápiz, no está bien que camines solo. Podrías ensuciarte. Además, eres un lápiz, no puedes caminar de verdad" - le respondió.
Sin embargo, el lápiz no escuchó. Se escabulló de la mano de Naomi y comenzó a rodar por el suelo.
Mientras rodaba, se encontró con un charco de agua sucia. Mira y mira, ahí fue a parar.
"¡Mira cómo me ensucié!" - se quejó el lápiz, pero Naomi no pudo evitar reírse.
Luego, el lápiz quería comer.
"¡Tengo hambre!" - exclamó.
"¡Pero sos un lápiz! No puedes comer como nosotros" - le dijo Naomi tratando de detenerlo. Pero el lápiz, decidido, buscó un botecito de pintura y pensó que podría comer un poco.
Así que se acercó al frasco y, ¡zas! Se echó un buen chorro de pintura sobre sí mismo.
"¡Qué rico!" - dijo después de saborear un poco.
"¡Pero te vas a poner todo sucio y no podrás escribir!" - le gritó Naomi.
El lápiz solo sonrió, muy contento con sus manchones de colores.
Cuando sus travesuras terminaron, el lápiz se dio cuenta de que estaba muy sucio y comenzó a llorar.
"¿Qué voy a hacer ahora? No puedo escribir así" - lamentaba.
Naomi decidió ayudar a su amigo.
"No te preocupes, lápiz. Vamos a encontrar una manera de limpiarte" - dijo con una sonrisa.
Juntas, fueron a casa y Naomi buscó agua y jabón. Llenaron un cuenco y comenzaron a limpiar al lápiz. Al final, el lápiz volvió a estar reluciente y listo para escribir.
"¡Gracias, Naomi!" - dijo el lápiz agradecido.
"Dame una nueva oportunidad y prometo que no volveré a hacer travesuras" - prometió el lápiz.
"Está bien, pero tú también debes escucharme y no hacer cosas que puedan dañarte o ensuciarte" - respondió Naomi.
Desde ese día, el lápiz aprendió a comportarse un poco más. Descubrió que, aunque la aventura era divertida, siempre podía divertirse más creando historias hermosas con Naomi, en lugar de salir a hacer travesuras sin pensar.
Juntos, escribieron cuentos sobre aventuras que nunca imaginaron. El lápiz nunca olvidó sus travesuras, pero siempre recordaría que la creatividad y la diversión eran mejores cuando se compartían con su mejor amiga, Naomi.
Y así, Naomi y su lápiz vivieron felices, creando historias llenas de colores, imaginación y amistad. Y como decía el lápiz, "Lo que importa es lo que creamos juntos, no lo que ensuciamos por el camino".
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.