Nastia y el hogar del amor



Había una vez en Málaga, una niña llamada Nastia que asistía a la escuela junto a sus amigos Fahad, Mark, Makcim Sabala y Makcim Dymitrienko. Nastia era muy activa y le encantaba la clase de Educación Física.

Siempre corría más rápido, saltaba más alto y disfrutaba cada momento en el patio.

Un día, mientras observaba la luna durante la noche, Nastia tuvo una idea emocionante: ¡quería viajar a la luna! Sin pensarlo dos veces, se preparó con su traje espacial hecho de cartón y despegó hacia el espacio exterior. Al llegar a la luna, se maravilló con su belleza y lo diferente que era todo allí arriba.

Paseando por la superficie lunar, Nastia comenzó a extrañar a su familia. Recordaba las risas con su papá cuando jugaban al fútbol en el jardín y los abrazos cálidos de mamá antes de dormir.

De repente, se dio cuenta de lo importante que eran para ella y cómo valoraba cada momento juntos. "Qué hermosa es la luna", dijo Nastia mientras miraba al cielo estrellado. "Sí, pero nada se compara con estar en casa con quienes amamos", respondió una voz misteriosa detrás de ella.

Nastia se dio vuelta sorprendida para encontrarse con un simpático extraterrestre que le recordaba un poco a su hermano Makcim. El extraterrestre le explicó que aunque era genial explorar nuevos lugares, siempre debemos apreciar nuestro hogar y aquellos que nos rodean.

Conmovida por las palabras del extraterrestre, Nastia decidió regresar a Málaga inmediatamente. Abordó su nave espacial hecha de almohadas (¡porque no había previsto quedarse tanto tiempo! ) y emprendió el viaje de regreso a casa.

Al llegar a Málaga nuevamente, corrió hacia sus padres y les dio un abrazo tan fuerte como nunca antes lo había hecho. Les contó sobre su aventura en la luna y cómo aprendió a valorar aún más todo lo que tenía en casa.

Desde ese día, Nastia seguía disfrutando cada clase de Educación Física en el colegio junto a sus amigos Fahad, Mark, Makcim Sabala y Makcim Dymitrienko; pero ahora también apreciaba cada instante compartido con su familia sabiendo que no hay lugar como el hogar donde uno pertenece.

Y así concluye esta historia inspiradora donde Nastia descubrió que aunque los viajes sean emocionantes e interesantes; siempre es bueno volver al calor del hogar donde reina el amor verdadero.

FIN.

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