Naughty Mateo Finds Friendship


Había una vez un gato llamado Mateo que vivía en una casa muy grande con su familia humana. Aunque era muy lindo y travieso, tenía un problema: siempre estaba desobedeciendo las reglas.

Por otro lado, en la misma casa vivía un perro llamado Lucas. Lucas era todo lo contrario a Mateo: obediente, cariñoso y siempre dispuesto a ayudar. Esto hacía que Mateo sintiera mucha envidia de Lucas, ya que todos los elogiaban por su buen comportamiento.

Un día, mientras jugaba en el jardín trasero de la casa, Mateo vio cómo Lucas recibía una deliciosa golosina por haber hecho caso a una orden de sus dueños.

El gato se puso aún más celoso y decidió hacer algo para llamar la atención. Mateo ideó un plan malicioso para fastidiar a Lucas y así demostrar que él también podía ser —"buenito" .

Entonces, se acercó sigilosamente al plato donde estaban todas las golosinas del perro y las tiró al suelo. Cuando los dueños llegaron al jardín y vieron el desastre, inmediatamente supieron quién había sido el culpable. Todos miraron a Mateo con decepción y tristeza en sus ojos.

Lucas no pudo evitar sentirse triste también por su amigo felino. Se acercó lentamente a él y le dijo con voz suave: "Mateo, entiendo que te sientas celoso de mí porque siempre me porto bien, pero eso no significa que tengas que hacer cosas malas para llamar la atención".

El gato bajó la cabeza avergonzado y sus ojos se llenaron de lágrimas. "Lo siento, Lucas. Me dejé llevar por la envidia y ahora me doy cuenta de que eso no está bien", respondió Mateo con sinceridad.

Lucas le dio un lametazo en el hocico a su amigo felino y le dijo: "Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Si quieres ser obediente como yo, puedo enseñarte cómo comportarte mejor".

A partir de ese día, Lucas y Mateo se convirtieron en los mejores amigos. El perro le enseñó al gato a sentarse cuando se lo ordenaban, a no subirse a lugares prohibidos y a escuchar atentamente las indicaciones de sus dueños.

Poco a poco, Mateo fue cambiando su actitud desobediente por una más responsable y amigable. Aprendió que no era necesario sentir envidia de los demás para recibir amor y reconocimiento.

La paz volvió a reinar en la casa gracias a la amistad entre Lucas y Mateo. La familia humana estaba feliz porque ambos animales se llevaban bien y ya no había problemas ni travesuras.

Y así fue como el gato desobediente superó su envidia del perro obediente para convertirse en un miembro valioso de la familia. Juntos demostraron que la amistad puede cambiar incluso al corazón más travieso y hacerlo crecer hacia lo mejor.

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