Navidad en Casa de Josué



Era la víspera de Navidad en la casa de Josué, un niño muy entusiasta que vivía en un pequeño pueblo de Venezuela. La casa, pintada de blanco, estaba decorada con luces y estrellas, preparándose para una celebración muy especial. La familia de Josué era grande; estaba su papá, Denise, su mamá Fabiana y su hermano Fabricio. También estaban sus abuelos Yamilet y Argenis, sus tíos, Daniela, Aryelis, Daniel y Neikel, y sus primos: Eder, Eduardo, Yanderlis, Keverlin, Yeiber, Yarlianis y Yorleanis.

Todo el mundo estaba ocupado en los preparativos, y la alegría se respiraba en el aire.

"¿Qué vamos a hacer esta noche?" - preguntó Fabricio, mientras ayudaba a su hermana a colgar adornos en el árbol de Navidad.

"Vamos a tener una gran cena y luego abriremos los regalos" - respondió Fabiana con una sonrisa.

Mientras tanto, los abuelos estaban en la cocina, preparando una deliciosa cena tradicional.

"Yamilet, no te olvides de la ensalada de hortalizas" - le recordó Argenis.

"¡Ay, claro que no! Es mi receta especial, la que le encanta a todos" - dijo ella con orgullo.

Cuando la noche llegó, la familia se reunió alrededor de la mesa. El ambiente era festivo y lleno de risas.

"¡Qué lindo es estar todos juntos!" - exclamó Yanderlis.

"Sí, esta es la mejor parte de la Navidad", dijo Neikel.

Después de disfrutar de una deliciosa cena, decidieron jugar a un juego de adivinanzas. Los primos estaban muy emocionados.

"Voy a ser el primero en adivinar" - dijo Eder.

"No, yo primero!" - interrumpió Eduardo.

La diversión continuó hasta que finalmente llegó el momento de abrir los regalos. La expectación era palpable.

"¡Quiero abrir el mío primero!" - gritó Keverlin.

"Vamos a hacerlo en círculo, uno a uno," sugirió Daniela.

Cada uno abrió su regalo, y las sonrisas rebosaban de felicidad mientras mostraban a los demás sus sorpresas.

Pero, cuando llegó el turno de Josué, se dio cuenta que su regalo era un libro en blanco. Miró a su mamá con sorpresa.

"¿Mamá, por qué me diste un libro vacío?" - preguntó.

"Porque este libro es especial, Josué. Tú lo llenarás con tus propias historias y dibujos," explicó Fabiana.

Josué, aunque un poco decepcionado al principio, pensó en lo que su madre había dicho.

"¿Puedo dibujar cosas de esta Navidad?" - preguntó emocionado.

"¡Por supuesto! Y luego nos cuentas la historia sobre cada uno de esos dibujos," añadió su papá, Denise.

Así, la noche continuó, pero en lugar de más regalos, todos se pusieron a contar historias y buscar ideas para que Josué pudiera llenarlo.

"¿Te parece si dibujas el momento en que abrimos los regalos juntos?" - sugirió Fabiana.

"Sí, o puedo dibujar a los abuelos cocinando su plato especial" - dijo Josué, ya animado por la idea.

La familia se unió para inspirar a Josué, contándole cuentos sobre sus navidades pasadas.

"Una vez fabriqué un muñeco de nieve gigante y adorné la casa con un montón de luces, ¡fue increíble!" - recordó Argenis.

"Y en otra ocasión, hicimos galletas y se nos quemaron, pero nos reímos mucho," agregó Yamilet.

Con cada historia, la imaginación de Josué iba tomando forma. Finalmente, al terminar la noche, todos se aproximaron para observar su primer dibujo.

"¡Es hermoso, Josué!" - exclamó Yanderlis.

"Sí, esto es solo el comienzo" - añadió Keverlin.

El espíritu de la Navidad no solo se vivió a través de la cena y los regalos, sino también a través de las historias y la creatividad de cada miembro de la familia. Josué prometió continuar llenando su libro con nuevas aventuras y cintas de felicidad.

Asi es como cada año, la Navidad en casa de Josué se convirtió en un momento mágico, donde cada uno aprendió el valor de los recuerdos, la creatividad y, sobre todo, la unión familiar. Desde ese momento, decidió al finalizar cada Navidad, contar una nueva historia que compartiría con su familia.

La verdadera magia de la Navidad no estaba en los regalos, sino en los momentos y recuerdos que creaban juntos, llenando el corazón de cada uno de ellos de alegría y amor.

FIN.

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