Navidad en el Polo Norte
En un colorido pueblo en el Polo Norte, los habitantes estaban emocionados porque se acercaba la Navidad. Los duendes de Santa Claus estaban muy ocupados preparando los últimos juguetes, y el aire estaba lleno de risas y canciones. Pero este año, algo extraño sucedió.
Una mañana, mientras Armando, un pequeño duende aventurero, estaba organizando los caramelos en la fábrica de galletas, escuchó un ruido extraño.
- ¿Qué fue eso? - se preguntó Armando, mirando a su alrededor con curiosidad.
Decidido a investigar, salió a la fría mañana polar y siguió el sonido hasta un oscuro rincón de la fábrica.
- ¡Ayuda! - gritó una voz pequeña.
Armando se agachó y descubrió un pequeño renito atrapado entre unos sacos de regalos.
- ¡Pero, qué haces aquí, pequeño amigo! - exclamó Armando.
- Siempre he querido ver cómo se prepara la Navidad, pero me quedé atascado - explicó el renito, un poco asustado.
- No te preocupes, te ayudaré - dijo Armando, y con un poco de esfuerzo, logró liberar al renito.
- ¡Gracias! Me llamo Rocco. - añadió el renito, mientras se estiraba las patas.
Armando decidió que Rocco podía ayudar a terminar los preparativos de la Navidad, así que lo llevó a la fábrica.
- ¡Miren todos! - anunció Armando. - ¡He encontrado un nuevo amigo! -
Los demás duendes sonrieron y le dieron una cálida bienvenida a Rocco.
Sin embargo, mientras pasaban los días, notaron que la fábrica iba más lenta de lo normal.
- ¿Por qué no terminamos todas las tareas a tiempo? - se preguntó Luli, la jefa de producción.
Armando miró a Rocco y se dio cuenta de que el renito no había sido entrenado para trabajar en la fábrica. Luego tuvo una idea brillante.
- ¿Y si le enseñamos a Rocco a ayudar? - sugirió Armando. - Él puede ser nuestro pequeño asistente.
Todos los duendes se entusiasmaron con la idea y comenzaron a mostrarle a Rocco cómo envolver regalos, cómo pintar juguetes y cómo mezclar masa para galletas. Al principio, Rocco se sentía un poco torpe y confundido, pero nunca perdió la sonrisa.
- ¡Esto es divertido! - exclamó Rocco, mientras trataba de envolverse a sí mismo en papel de regalo.
A medida que pasaban los días, Rocco mejoró mucho en su trabajo y los duendes estaban felices de tenerlo como parte del equipo. Sin embargo, el día antes de la Navidad, ocurrió algo inesperado.
- ¡Oh no! - gritó Luli, al ver que la máquina de envolver regalos se había detenido.
Todos los duendes entraron en pánico, sabiendo que había miles de regalos que debían estar listos para ser entregados esa misma noche.
- Esto es un desastre - dijo uno de los duendes. - No podemos hacerlo a tiempo.
Armando y Rocco se miraron. Rocco, todavía sin mucha confianza, sugirió:
- ¿Qué tal si yo trato de ayudar de otra manera? Puedo correr por el pueblo y recoger los regalos que ya están listos. ¡Quizás pueda traer algunas ideas para terminar lo que falta!
- ¡Esa es una gran idea, Rocco! - dijo Armando con entusiasmo. - Ve, corre rápido y vuelve.
Rocco salió disparado, dejando una nube de nieve a su paso. Recogió todo lo que pudo y, para sorpresa de todos, regresó justo a tiempo, con algunos regalos adicionales que las otras criaturas del Polo Norte habían hecho.
- Ahora, echemos un vistazo a cómo empacamos todo - dijo Luli, mientras todos los duendes trabajaban juntos.
Con Rocco y Armando también levantando el ánimo, comenzaron a envolver los últimos regalos con mejor ritmo y alegría. Finalmente, un brillante atardecer llenó el cielo el 24 de diciembre y terminando justo a tiempo.
- ¡Hicimos todo! - gritó un duende satisfecho.
- Sí, gracias a nuestro nuevo amigo Rocco - añadió Luli, mientras todos aplaudían.
Esa noche, Santa Claus despegó en su trineo, llevando todos los regalos a los niños de todo el mundo. Rocco había encontrado su lugar en la familia de los duendes y en su corazón.
- ¿Estás listo para otro año de preparación? - preguntó Armando.
- Estoy más que listo - respondió Rocco con una sonrisa brillante.
Y así, la Navidad en el Polo Norte se convirtió en una celebración no solo de los regalos, sino de la amistad y el trabajo en equipo. Todos aprendieron que, a veces, lo más especial de cualquier festividad es compartir y colaborar con quienes amamos.
Desde ese día, Rocco nunca dejó de ser parte de las festividades y se convirtió en el mejor ayudante que Santa Claus jamás tuvo, llevando alegría y regalos a quienes más lo necesitaban, año tras año.
FIN.