Neftalí y el Amor en el Supermercado
Era un día soleado cuando Neftalí decidió ir al supermercado chino del barrio. Con su carrito en mano, recorrió los pasillos buscando lo que necesitaba. En uno de esos momentos, mientras estaba concentrada eligiendo un paquete de galletas, levantó la vista y se cruzó con la mirada de un joven trabajador llamado Lucas. Lucas, de mirada cálida y sonrisa tímida, sintió un cosquilleo en su estómago.
"Hola, ¿puedo ayudarte en algo?" - le preguntó Lucas, intentando parecer relajado.
"No, gracias. Estoy bien" - respondió Neftalí con un tono un poco brusco, sin apartar la vista de las galletas.
Lucas no se desanimó. Había algo en Neftalí que le recordaba a una brisa fresca en un día caluroso. Sin embargo, ella parecía no estar interesada en hacer amistad. Poco sabía Lucas que ese primer encuentro sería solo el inicio de una serie de momentos que cambiarían todo.
El siguiente fin de semana, Neftalí volvió al supermercado argentino, donde notó que Lucas trabajaba también. Esta vez, estaba buscando algunos ingredientes para hacer su famosa torta de chocolate. Cuando se cruzaron otra vez, Lucas fue más atrevido:
"¡Veo que estás en la búsqueda de algo dulce! ¿Te gustaría una recomendación?" - preguntó sonriendo.
"No necesito recomendaciones de un empleado" - contestó Neftalí, con una mirada desafiante.
"Pero… prometo que tengo buen gusto" - dijo Lucas, rindiéndose ante la actitud de Neftalí.
A pesar de su actitud, Lucas siguió esforzándose por hacerla sonreír. Decidió presentarles las opciones que más le habían gustado a los clientes. Tras unos minutos de charlas y bromas, Neftalí fue cediendo un poco ante su encanto, aunque no lo admitiera.
En su tercer encuentro, Neftalí decidió comprar algunas frutas. Estaba un poco más relajada, pero aún no le gustaba la idea de mostrarse interesada. Lucas, al notar eso, se le acercó nuevamente:
"¿Te gustaría probar mis frutas favoritas? Tienen un sabor único. ¡Te lo juro!" - intentó hacerla reír.
"No, igual ya sé lo que voy a llevar. No tengo tiempo para tus bromas" - dijo ella, atravesando el pasillo.
"Está bien, solo estaba tratando de hacer que tu compra sea más divertida. A veces, pasar un buen rato es tan importante como elegir lo correcto" - respondió Lucas.
Ese comentario hizo reflexionar a Neftalí. Se dio cuenta de que Lucas no era tan molesto como pensaba. Después de todo, él solo quería hacerla sentir bien. Desde entonces, poco a poco empezó a abrirse a su compañía. En aquel instante, decidió ser más amable:
"Bueno, tal vez podrías mostrarme un par de cosas. No estoy de humor, pero… me da curiosidad." - admitió.
"¡Eso es genial! Déjame mostrarte las frutas más frescas de la tienda y, tal vez, pueda sugerirte algunas recetas fáciles," - dijo Lucas, emocionado.
Las semanas siguieron pasando, y cada vez que Neftalí iba al supermercado, era más feliz de cruzar al chico que antes le parecía tan molesto. Mientras hacían compras, se contaban historias sobre su vida, sus sueños y sus cosas favoritas. Lucas también entendió que a veces la tenacidad de Neftalí era parte de su personalidad. Lo que más le gustaba de ella eran sus fuerzas y su carácter.
Un día, cuando se encontraron de nuevo, Lucas se armó de valor y le dijo:
"Neftalí, me encantaría invitarte a un café después de tu compra, ¿qué decís?"
"Sinceramente, no creo que sea buena idea. Aunque… podría andar, siempre es agradable tomar café en buena compañía," - ella admitió con una sonrisa tímida.
Y así, comenzaron a salir juntos. Neftalí aprendió a disfrutar de la compañía de Lucas, quien siempre le hacía ver la vida de manera distinta. Finalmente, comprendió que a veces, en la vida, hay que abrirse un poco a nuevas posibilidades.
Años después, aquel supermercado se volvió el lugar donde se conocieron. Neftalí y Lucas entendieron que, aunque los encuentros pueden ser extraños y desafiantes al principio, cada persona tiene algo especial que aportar. Su amistad floreció en amor, demostrando que a veces los comienzos complicados pueden terminar siendo los más bellos finales.
FIN.