Negrito, el chihuahua valiente



Había una vez en la ciudad de Tonalá Chiapas, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña muy valiente y decidida que decidió irse a vivir a otra ciudad para estudiar y aprender cosas nuevas.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Sofía comenzó a extrañar mucho a su familia. Una tarde soleada, mientras estaba estudiando en su pequeño departamento, el teléfono sonó.

Al contestar, una voz amable le dijo: "Hola, ¿es usted Sofía? Mi nombre es Laura y tengo un chihuahua color negro que necesita un hogar amoroso. ¿Estarías interesada en adoptarlo?"Sofía se sorprendió por la llamada inesperada pero sintió un cosquilleo de emoción al pensar en tener compañía en su nuevo hogar.

Sin dudarlo, aceptó la propuesta de Laura y acordaron encontrarse al día siguiente. Al llegar al parque donde habían quedado, Sofía vio a Laura con el perro entre sus brazos.

Era un chihuahua adorable con brillantes ojos negros y pelaje suave como el terciopelo. En ese momento supo que serían grandes amigos. Desde ese día, Sofía y el chihuahua negro fueron inseparables. Ella lo llamó —"Negrito"  porque adoraba su pelaje oscuro como la noche.

Negrito llenó de alegría el departamento de Sofía con sus travesuras y cariño incondicional. A través de las semanas juntos, Negrito enseñó muchas cosas importantes a Sofía.

Le mostró cómo disfrutar cada momento sin preocuparse por el pasado o futuro; le enseñó sobre responsabilidad y cuidado al tener que alimentarlo, sacarlo a pasear y mantener su espacio limpio. Además, Negrito se convirtió en el compañero perfecto para Sofía cuando se sentía triste o extrañaba a su familia.

Juntos jugaban, reían y exploraban la ciudad. Negrito le recordaba constantemente que no estaba sola, que siempre había alguien ahí para ella.

Con el tiempo, Sofía comenzó a hacer nuevos amigos en la ciudad y se adaptó mejor a su vida independiente. Se dio cuenta de lo valiente que era por haberse aventurado a vivir sola y estudiar en un lugar desconocido.

Un día, mientras paseaban por el parque donde se conocieron, Sofía vio a una niña triste sentada en un banco. Sin dudarlo, se acercó y le preguntó qué le pasaba. La niña le contó cómo extrañaba mucho a su perro que había fallecido hacía poco tiempo.

Sofía sonrió comprensivamente y decidió compartir con ella la historia de Negrito. Le habló sobre cómo él llegó inesperadamente a su vida cuando más lo necesitaba y cómo juntos habían superado momentos difíciles.

La niña escuchaba atentamente cada palabra de Sofía e incluso sonrió al imaginarse teniendo un perro tan especial como Negrito. En ese momento, Sofía supo que debía ayudarla de alguna manera. Después de hablar con sus padres adoptivos temporales, Sofía encontró un nuevo hogar para Negrito con la niña triste.

Ambos sabían que ahora serían ellos quienes llenarían los días de alegría mutua. Sofía aprendió una valiosa lección: a veces, cuando estamos tristes o solos, la vida nos envía compañía inesperada para recordarnos que siempre hay motivos para ser felices.

Negrito le enseñó el poder de la amistad y cómo podemos hacer una diferencia en la vida de alguien más. Desde entonces, Sofía siguió adelante con su vida llena de valentía y determinación.

Y aunque extrañaba a Negrito, sabía que había hecho lo correcto al compartir su amor con otra persona necesitada. Y así, la historia de Sofía y Negrito se convirtió en un ejemplo inspirador para todos aquellos que necesitaban un poco de esperanza y alegría en sus vidas.

Porque cuando abrimos nuestro corazón a las oportunidades y compartimos nuestro amor sin esperar nada a cambio, el mundo se llena de magia y sonrisas.

FIN.

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