Nehemías y el Jarrón Mágico
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Alborada, donde vivía un niño llamado Nehemías. Era un chico curioso y soñador, siempre buscando aventuras y tesoros ocultos. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró un jarrón antiguo cubierto de polvo.
"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó Nehemías, levantando el jarrón con emoción.
Su abuela, que entró al desván después de él, lo miró con una sonrisa.
"Ese viejo jarrón tiene muchas historias, joven aventurero. A veces, los objetos antiguos tienen magia en ellos. ¿Por qué no lo limpias y descubres cuál es su secreto?"
Nehemías, intrigado, se puso manos a la obra. Usó un trapo húmedo y desenterró los dibujos grabados en la cerámica. Eran imágenes de animales y plantas que parecían cobrar vida al ser acariciados.
De repente, cuando terminó de limpiarlo, una luz brillante emergió del jarrón, y un pequeño genio salió volando, gritando:
"¡Hola, Nehemías! Soy el Genio del jarrón. He estado atrapado aquí por siglos. Ahora que me has liberado, puedo concederte un deseo. Pero ten cuidado con lo que pides."
Nehemías no podía creer lo que escuchaba.
"¡Un deseo! Esta es mi oportunidad de tener una aventura increíble", pensó. Pero al mismo tiempo, recordó las palabras del genio.
"Quiero... quiero poder volar como un pájaro" - dijo al fin, sintiendo que era el deseo más emocionante.
"¡Hecho!" - respondió el genio, y con un toque de su varita, le dio alas. Nehemías sintió una energía maravillosa y se elevó por los aires.
Al principio, fue emocionante. Pasó sobre casas, árboles y ríos, gritando de alegría. Pero pronto se dio cuenta de que no sabía cómo aterrizar.
"¡Ayuda!" - gritó mientras giraba y se tambaleaba en el aire. Rápidamente, el genio apareció a su lado.
"Tienes que concentrarte, Nehemías. Usa tu mente para pensar en lo que deseas. Aterriza donde te sientas seguro."
Nehemías, un poco asustado, trató de recordar el camino a su casa. Pensó en su jardín, donde siempre jugaba con sus amigos, y al instante, comenzó a descender.
Aterrizó con un suave aterrizaje entre las flores.
"¡Lo logré!" - gritó emocionado, mientras el genio aterrizaba justo a su lado.
"Ves, todo es cuestión de creer en uno mismo y mantener la calma. Recuerda, la magia también está en tu interior, no solo en el jarrón."
Nehemías comprendió que el verdadero poder no provenía del deseo, sino de su propio valor y creatividad. Así que decidió que no volvería a pedirle al genio otro deseo.
"Gracias, genio. Quiero aprender a volar por mí mismo, sin magia" - dijo.
El genio sonrió y respondió:
"Eso es lo mejor que podrías pedir. Aquí tienes un par de alas mágicas que te ayudarán a practicar, pero recuerda, la práctica hace al maestro. Desde ahora, serás el arquitecto de tu propia aventura."
Nehemías pasó los días practicando, haciendo nuevos amigos que lo ayudaron y lo alentaron. Volar se volvió su pasatiempo favorito, y cada vez que caía, aprendía a levantarse y a entender que formar parte de un equipo era tan valioso como volar solo.
Con el tiempo, Nehemías se convirtió en un gran volador, uniendo a los chicos del pueblo en competiciones amistosas.
El jarrón, mientras tanto, se convirtió en el símbolo de su aventura. Todos estaban agradecidos por la magia de la amistad y la confianza en uno mismo.
Y así, en el pequeño pueblo de Alborada, Nehemías se transformó en un héroe, no solo por sus habilidades para volar, sino por la fuerza de su corazón y su deseo de compartir lo aprendido con los demás. Por eso siempre recordarán a Nehemías, el niño que encontró la verdadera magia en su interior.
FIN.