Nelary y el Viaje a la Amistad



Era un caluroso día de octubre cuando Nelary, una estudiante universitaria de 21 años, llegó al campus con un peso en el corazón. Este año había enfrentado muchos desafíos: desde la sobrecarga de tareas hasta problemas con sus amigos más cercanos. Las amistades parecían distanciarse y las actitudes de quienes amaba se volvían más complicadas.

Una tarde, mientras paseaba por el jardín de la universidad, encontró a su amiga Sofía sentada bajo un árbol, llorando.

";¿Por qué lloras, Sofía?" - preguntó Nelary, preocupada.

"No sé si seré lo suficientemente buena para el examen de mañana..." - respondió Sofía entre sollozos.

Nelary, sintiéndose un poco mejor porque ahora podía ayudar a alguien, le dijo:

"Sofía, no tienes que hacerlo sola. ¡Estudiamos juntas!"

Así, las dos chicas pasaron la tarde repasando apuntes. Pero, la presión seguía acechando.

Más tarde, Nelary se encontró con su grupo de amigos para planificar un viaje de fin de semana, pero la mayoría no estaba de acuerdo con las ideas de Nelary.

"No me gusta tu propuesta, Nelary, no es emocionante" - tiró Leo.

"Pero es importante tener una mini escapada, necesitamos relajarnos" - contestó ella, un poco dolida por la falta de apoyo.

El día del viaje llegó y ella decidió no ir, sintiéndose rechazada. El fin de semana pasó y cuando sus amigos regresaron, todos estaban felices y llenos de historias.

"Nelary, ¡te extrañamos!" - dijo Clara.

"No quería ir porque no se sentía bienvenido" - explicó ella.

Los amigos se sintieron mal al escuchar esto y en un intento de remediar la situación, organizan una noche de juegos.

"¡Prometemos hacer lo que tú quieras!" - prometió Leo, sinceramente arrepentido.

"¿Y si hacemos una noche de películas?" - sugirió Nelary.

Así, los amigos comenzaron a jugar a elegir la película y, aunque algunos se mostraron escépticos, todos terminaron pasándola en grande.

Sin embargo, Nelary aún sentía que no lograba encajar del todo. Un día, tras recibir un resultado bajo en un examen, decidió salir a caminar sola. Allí encontró a un niño que también parecía preocupado, sollozando.

"¿Qué te pasa?" - le preguntó Nelary.

"Perdí mi casa, mis amigos se mudaron y ahora estoy solo. No sé qué hacer" - respondió el niño.

Nelary se sintió identificada, pensó en cuánto había sufrido en su propio año. La tristeza del niño le dio una nueva perspectiva sobre su vida.

"No estás solo, yo también he pasado por momentos difíciles. Pero siempre están las personas que se preocupan por nosotros" - le dijo.

Los dos empezaron a charlar y a compartir historias, y según pasaba la tarde, Nelary sintió que el peso en su corazón se aliviaba.

Esa experiencia la inspiró a regresar a la universidad y contarle a sus amigos cómo se había sentido.

"Chicos, les quiero hablar de algo importante. No siempre me siento incluida en nuestro grupo, pero al hablar con un niño en el parque, me di cuenta de que todos enfrentamos desafíos" - les dijo con sinceridad.

Sus amigos escucharon atentamente y se dieron cuenta de que también habían lidiado con diferentes problemas a lo largo del año.

"Podemos hacer un esfuerzo para estar más allá del partido de fútbol o la escapada de fin de semana. ¿Qué tal si organizamos algo donde todos participemos?" - sugirió Clara.

"Sí, ¡como una tarde de manualidades o algo divertido!" - agregó Leo.

Finalmente, todo el grupo se unió para planear actividades que integraran a todos. Nelary no sólo se sintió mejor consigo misma sino que también fortaleció los lazos de amistad con sus pares.

El año, que comenzó difícil, concluyó con la certeza de que las dificultades no se enfrentaban solos y que la verdadera amistad implica comprensión y apoyo. El mismo niño que conoció en el parque lo recordará con cariño, como ella también recordará ese año como un paso hacia la madurez.

Así, Nelary aprendió que los peores momentos pueden transformarse en grandes lecciones y que, a veces, hay que hablar para que la vida brille otra vez.

FIN.

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