Nelly y el encanto de la música


Había una vez una niña llamada Nelly, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. A diferencia de sus amigos, a Nelly no le gustaba la música. No entendía por qué todos parecían disfrutar tanto de ella.

Un día soleado, mientras los pájaros cantaban melodías alegres, Nelly se encontró con sus amigos en el parque. Ellos estaban emocionados porque iban a formar una banda musical.

"¡Nelly, únete a nosotros! Será muy divertido tocar juntos", invitó Lucas, su amigo guitarrista. Pero Nelly respondió con indiferencia: "No me gusta la música. No sé por qué les parece tan especial". Sus amigos se miraron sorprendidos y tristes por las palabras de Nelly.

Pero decidieron no rendirse y mostrarle lo maravillosa que era la música. Entonces, Tomás sacó su flauta y comenzó a tocar una hermosa melodía. Los sonidos dulces llenaron el aire y los niños se sintieron transportados a otro mundo mágico.

"¡Wow! Nunca había escuchado algo tan bonito", exclamó Nelly asombrada. Lucas aprovechó ese momento para decirle: "La música nos ayuda a expresarnos sin palabras. Nos hace sentir felices cuando estamos tristes y nos une como amigos".

Nelly empezó a comprender que tal vez estaba equivocada acerca de la música. Decidió darle una oportunidad y aprender más sobre ella. Los días pasaron y cada uno de los amigos enseñaba a Nelly cómo tocar un instrumento diferente.

Primero fue Lucas quien le mostró algunos acordes en la guitarra. Luego, Tomás le enseñó a tocar algunas notas en la flauta. "¡Estoy aprendiendo mucho! Gracias por ser tan pacientes conmigo", les dijo Nelly emocionada. Pero aún faltaba algo importante: el piano.

Sofía, la amiga pianista de Nelly, se ofreció a enseñarle los primeros pasos en ese instrumento. Nelly se sentó frente al piano y colocó sus pequeñas manos sobre las teclas blancas y negras.

Con ayuda de Sofía, comenzó a tocar una melodía suave y hermosa. Su corazón se llenó de alegría al descubrir que también podía hacer música. A medida que Nelly aprendía más sobre la música, su amor por ella crecía cada día más.

Pronto, todos los niños del pueblo estaban emocionados por escucharla tocar diferentes canciones con su banda musical. El día del gran concierto llegó finalmente. La plaza del pueblo estaba llena de gente expectante por escuchar a estos talentosos niños.

Nelly estaba nerviosa pero confiada en lo que había logrado aprender junto a sus amigos. Cuando llegó su turno de tocar el piano, cerró los ojos y dejó que sus dedos bailaran sobre las teclas mágicas.

Los sonidos resonaron en el aire y envolvieron a todos los presentes con una melodía llena de emoción y alegría. La gente aplaudió entusiasmada mientras Nelly sonreía radiante desde el escenario.

Desde aquel día, Nelly comprendió que la música era un regalo maravilloso que podíamos disfrutar todos juntos. Aprendió a amarla y a tocar diferentes instrumentos, pero lo más importante, descubrió que la música podía unir corazones y hacerlos felices.

Y así, Nelly se convirtió en una talentosa músico que alegraba los días de todos con su melodiosa música. Y sus amigos estaban orgullosos de haberle mostrado el poder de la música y la importancia de compartirla con los demás.

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