Nena en busca de la felicidad galáctica
Nena era una niña curiosa y valiente que vivía en un planeta llamado Tierra, junto a su familia. Un día, mientras observaba las estrellas en el cielo, Nena decidió emprender un viaje muy especial: viajar al espacio en busca de la verdadera felicidad para su papá y su mamá.
Con su traje espacial y una mochila llena de chocolates y peluches, Nena abordó su nave espacial con su inseparable muñeca parlante, que siempre le daba consejos y ánimo en su travesía.
Su primera parada fue en el Planeta Sonrisa, donde descubrió que la felicidad de su familia estaba ligada a la alegría y el humor. Allí, unos simpáticos alienígenas le enseñaron la importancia de reír y compartir momentos divertidos juntos. Llenó su mochila con bromas, chistes y risas para llevar a casa.
En el Planeta Amistad, Nena aprendió que pasar tiempo con amigos era crucial para la felicidad. Los coloridos habitantes de este planeta le mostraron cómo ser amables, comprensivos y solidarios con los demás. Nena tomó nota de todas estas lecciones y guardó en su mochila abrazos, sonrisas y juegos para compartir con su familia.
En el Planeta Gratitud, Nena descubrió que valorar lo que se tiene y expresar agradecimiento era esencial para ser feliz. Los amables seres que habitaban allí le enseñaron a apreciar las pequeñas cosas de la vida y a dar las gracias por todo lo bueno que les rodeaba. Nena recogió un montón de gratitud y reconocimiento, y los guardó en su mochila con cuidado.
Después de recorrer varios planetas, Nena finalmente llegó al misterioso Planeta Amor. Allí, unos seres sabios le revelaron que el amor incondicional, la comprensión y el apoyo mutuo eran el verdadero secreto de la felicidad. La niña entendió que era fundamental mostrar amor y cariño a su familia, y así lo hizo, llenando su mochila con gestos de amor, comprensión y ternura.
Cuando regresó a su planeta, Nena corrió emocionada hacia su hogar para compartir con su papá y mamá todo lo que había aprendido en su asombroso viaje. Les regaló sonrisas, abrazos, juegos, chistes, gratitud y, sobre todo, mucho amor. Pronto, descubrió que la verdadera felicidad de su familia estaba en todos esos pequeños gestos que había traído del espacio.
Desde aquel día, Nena supo que no era necesario viajar hasta otros planetas para encontrar la felicidad, ya que ésta se encontraba en cada uno de nosotros, en los momentos compartidos y en el amor que damos y recibimos.
Y así, Nena, con su muñeca parlante siempre a su lado, siguió transmitiendo alegría, amistad, gratitud y amor a todos los que la rodeaban, convirtiéndose en un ejemplo de bondad para su familia y para todo su planeta.
FIN.