Nerea y el Poder de la Imaginación



Nerea era una niña de 6 años que vivía en una casa amarilla con un porch y un jardín lleno de flores de todos los colores. Sin embargo, cada noche, cuando el sol se escondía y todo se hacía silencio, Nerea se sentía sola y asustada. Su imaginación comenzaba a volar y pronto podía ver monstruos de grandes ojos brillantes bajo su cama y escuchar ruidos extraños que la hacían pensar en ladrones que querían entrar a robar.

Una noche, mientras se acurrucaba en su almohada, escuchó un ruido sutil que provenía del pasillo. Su corazón empezó a latir rápido.

"Mamá, ¿hay alguien en casa?" - gritó Nerea mientras tapaba su cabeza con las sábanas.

La puerta de su habitación se abrió con un suave crujido y entró su mamá, con una sonrisa tranquila.

"Nerea, mi amor, soy yo, no hay nadie más en casa. Solo somos vos y yo. ¿Qué pasa?" - preguntó su mamá con dulzura.

"Escuché un ruido extraño, y creo que hay un monstruo bajo la cama. Y si hay monstruos, también podría haber un ladrón..." - Nerea temblaba al decirlo.

Su mamá se sentó a su lado y le acarició el cabello.

"¿Sabes? A veces el miedo puede hacernos ver cosas que no están ahí. Vení, te voy a mostrar algo" - dijo su mamá.

Nerea hizo una mueca, pero la curiosidad pudo más que el miedo. Su mamá la llevó a buscar una linterna y juntas, con la luz en la mano, se acercaron a la cama.

"Mirá, no hay nada aquí" - dijo su mamá, agachándose y asomándose bajo la cama, iluminando el espacio oscuro. "Sólo hay un montón de cosas olvidadas: un libro, una pelota y tu calcetín rojo que pensabas que habías perdido. No hay monstruos, solo cosas que han quedado ahí".

Nerea se asomó también y miró.

"Pero... ¿y si el monstruo viene a atacarme?" - preguntó, con un hilito de miedo en la voz.

"Los monstruos son solo creaciones de nuestra imaginación, y si hay algo que podría ayudar a alejarlos es nuestra creatividad. Te propongo algo: cada vez que sientas miedo, podemos inventar un cuento sobre ellos. Les daremos nombres graciosos y destinos divertidos, ¿qué te parece?" - sugirió su mamá.

Nerea pensó un momento.

"¿Como que los monstruos van a un concurso de baile?" - preguntó emocionada.

"¡Exactamente! Y podríamos hacerlos bailar la salsa o el rock and roll. Podríamos hacerlos tan torpes que no puedan ni moverse" - rió su mamá, y Nerea se unió a la risa.

Desde esa noche, Nerea empezó a imaginar los monstruos como seres divertidos que disfrutaban bailar y contar chistes. Ya no se asustaba. En lugar de eso, llenaba su mente de historias, como la de ‘Monstruo Giratorio’ que quería ser un gran atleta y ‘Monstruo Sordo’ que no podía escuchar las rimas que Nerea le contaba.

Y cada vez que escuchaba un ruido, en lugar de temer, sonreía.

Un día, mientras charlaba con sus amigos en el jardín, una pequeña coneja se atrevió a saltar justo frente a ellos.

"¡Miren!" - exclamó uno de sus amigos. "¿Es un monstruo?"

Nerea rió.

"No, es solo una coneja. Pero me da una idea... podría ser el nuevo amigo de mis monstruos. ¡Vamos a inventar una historia donde la coneja y los monstruos se vuelven los mejores amigos!" - dijo con entusiasmo.

Y así, Nerea aprendió que el poder de la imaginación puede convertir un momento de miedo en una divertida aventura. Con cada historia que inventaba, el miedo se fue desvaneciendo, dejando lugar a risas, fantasías y, sobre todo, la certeza de que la noche no era el hogar de monstruos terroríficos, sino de sueños mágicos.

Desde ese día, Nerea nunca volvió a tener miedo por las noches. Ahora su dormitorio era un lugar lleno de historias y risas, donde los monstruos bailaban y los amigos se abrazaban. La creatividad había vencido a la oscuridad, y cada noche, cuando se apagaban las luces, Nerea comenzaba un nuevo cuento en su mente, sonriendo tranquila, lista para soñar.

Y así, la pequeña valiente dejó atrás sus miedos y tomó las riendas de su imaginación, haciendo de cada noche una nueva aventura.

"Soy la dueña de mi mundo, y mis monstruos son amigos" - pensó Nerea, con una gran sonrisa, mientras la Luna iluminaba la habitación.

Ya no había más miedo, solo un universo de historias esperando a ser contadas.

Y así es como la noche se llenó de magia, porque donde hay imaginación, no hay lugar para el miedo.

FIN.

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