Neyra y el Viaje Nocturno



Era una noche estrellada en la ciudad, y la pequeña Neyra, de solo 4 años, estaba en su habitación, lista para dormir, o al menos eso pensaba su mamá. Neyra no quería irse a la cama, tenía tantas cosas por hacer en su mundo mágico de juegos y aventuras.

"¡Pero mamá!", exclamó Neyra, bailando alrededor del cuarto. "No tengo sueño, ¡quiero seguir jugando!"

"Es hora de descansar, Neyra. La noche es el momento perfecto para que los pequeños como vos se reencuentren con sus sueños", contestó su mamá con una sonrisa.

Neyra frunció el ceño. "No quiero soñar, ¡quiero vivir aventuras!". Su mamá se inclinó hacia ella y dijo: "¿Quién te dice que no podrás vivir aventuras mientras duermes? De hecho, ¡las mejores aventuras ocurren en los sueños!".

Intrigada, Neyra miró a su madre. "¿De verdad? ¿Puedo tener aventuras mientras duermo?"

"Por supuesto. Cierra los ojos y deja que tu imaginación te lleve a mundos maravillosos. Te prometo que te vas a divertir mucho", le dijo su mamá.

Con un poco de duda, Neyra se acomodó en su cama, pero no estaba lista para cerrar los ojos. Entonces, decidió armar un plan. "No voy a dormir. Voy a quedarme despierta y voy a ver si realmente hay aventuras en los sueños". Su plan era observar cómo su madre se dormía primero y luego seguirla.

A medida que pasaban los minutos, Neyra notaba que su mamá se iba quedando dormida, pero antes de que su madre cayera en un profundo sueño, se le ocurrió una idea brillante. "Voy a hacer que me cuentes un cuento fabuloso, así me quedo despierta por más tiempo".

"Pero Neyra—dijo su mamá con la voz un poco dormida—, los cuentos también se cuentan mejor en la cama, con los ojos cerrados. Así los sueños entran en el corazón. ¿Qué tipo de cuento te gustaría escuchar?"

"Un cuento de aventuras, de dragones y princesas, de mundos lejanos y tesoros escondidos".

"Muy bien", replicó su mamá, recuperando un poco de energía. "Érase una vez una princesa llamada Lía que viajaba por un reino lleno de dragones mágicos…". A medida que su madre contaba la historia, Neyra sintió que su mente comenzaba a divagar, así que decidió intentarlo.

Cerró los ojos y se sumergió en la historia. Fue entonces cuando el cuarto comenzó a transformarse. Se dio cuenta de que estaba en un bosque encantado, lleno de colores vivos y sonidos mágicos.

"¡Hola!", le dijo un dragón de escamas brillantes. "Soy Drago, y he sentido que tienes un corazón valiente. Necesito tu ayuda para encontrar el tesoro perdido de la risa".

Neyra, emocionada, respondió: "¡Claro, Drago! ¿Dónde lo encontramos?".

"Sigamos al puente de cristal. Allí encontrarás el camino hacia el tesoro, pero ten cuidado, hay que pasar por la tierra de los sueños olvidados".

Al escuchar esto, Neyra recordó lo que su mamá le había dicho, y comprendió que, aunque había cosas que le daba miedo, atravesar la tierra de los sueños olvidados era parte de la aventura.

Cruzó el puente, y al llegar a la tierra de los sueños olvidados, se encontró con varios personajes. Todos estaban tristes porque habían sido olvidados y perdieron su magia. Neyra sabía que ella podía ayudarlos.

"¿Por qué están tristes?", les preguntó.

Una mariposa violeta contestó: "Hemos perdido nuestras risas. Necesitamos que alguien nos recuerde lo divertidos que somos".

Neyra, pensando rápido, pronunció: "Pero ustedes son hermosos, ¡deberían volar y hacer reír a todos!". Así, comenzó a contar chistes simples sobre animales y aventuras, y poco a poco los personajes comenzaron a reír.

"¡Ahora recuerdo!", gritó un caracol. "¡Risas y diversión son lo que nos da vida!". Con cada risa, la tierra comenzó a cobrar color y luz nuevamente.

De repente, Neyra se dio cuenta de que estaba en una gran cueva llena de tesoros, y no sólo había joyas, sino también risas, abrazos y amistad. Comprendió que el tesoro que buscaban era el alegría y la conexión con los demás.

Cuando terminó la aventura, Neyra despertó en su cama, sintiéndose feliz y emocionada. Miró a su madre, que estaba sonriendo.

"¿Sabías que tuviste una gran aventura mientras dormías? Te lo dije", le dijo su mamá.

"¡Sí! Aprendí que soñar puede ser tan divertido como jugar!". Desde ese día, Neyra entendió que dormir no solo era necesario, sino también una puerta mágica hacia un mundo de posibilidades. Y cada noche, cuando su mamá la abrazaba y le deseaba buenas noches, Neyra se sonreía, emocionada por la aventura que la esperaba en sus sueños.

FIN.

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