Nicanor, el músico compasivo



Había una vez en el bosque de Villa Crespo, un pequeño nicho llamado Nicanor que soñaba con convertirse en el músico más veloz de todos los tiempos.

Desde que era apenas un brotecito, Nicanor se pasaba horas y horas practicando con su flauta mágica entre los árboles. Un día, mientras tocaba una melodía alegre, escuchó la risa de una hada traviesa que se escondía detrás de un helecho.

"-¡Qué bonita música tocas, Nicanor! Pero para ser el músico más veloz debes aprender a tocar no solo rápido, sino también con sentimiento", dijo el hada antes de desaparecer entre destellos brillantes. Nicanor se quedó pensativo y decidió aceptar el consejo del hada.

Así que comenzó a practicar con aún más dedicación, poniendo todo su corazón en cada nota que salía de su flauta mágica. Con el tiempo, sus melodías se volvieron más emotivas y cautivadoras.

Un día, mientras ensayaba cerca del arroyo del bosque, escuchó unos acordes desconocidos que provenían de lo profundo del bosque. Siguiendo la melodía, descubrió a Lila la liebre, quien estaba atrapada enredada en unas ramas espinosas.

Sin dudarlo ni un segundo, Nicanor tocó una canción llena de energía y alegría que hizo bailar a las ramas hasta liberar a Lila. "-¡Gracias por salvarme! Esa fue la música más hermosa y rápida que he escuchado", dijo Lila emocionada mientras abrazaba a Nicanor con cariño.

A partir de ese momento, Nicanor entendió que la música no solo era cuestión de velocidad, sino también de compasión y solidaridad. Decidió compartir su talento musical por todo el bosque ayudando a quienes lo necesitaban con sus melodías curativas.

Un día llegó al bosque un duende malhumorado llamado Grunón que sembraba tristeza por donde pasaba. Nicanor decidió enfrentarse al duende usando su flauta mágica como arma secreta.

Tocó una canción llena de paz y armonía que transformó el corazón oscuro de Grunón en uno lleno de luz y alegría. Desde aquel día, Grunón se convirtió en el mejor amigo de Nicanor y juntos recorrían el bosque llevando música y alegría a todos sus habitantes.

El pequeño nicho había logrado su sueño no solo siendo el músico más veloz sino también el más querido por todos gracias a su bondad y generosidad. Y colorín colorado este cuento musical ha terminado ¡Felices notas para todos!

FIN.

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