Nico, el héroe amado del vecindario


Había una vez un señorcito llamado Nico, que era muy gracioso y siempre hacía reír a todos los niños del vecindario. Con su sombrero colorido y sus zapatos grandes, Nico parecía un payaso de circo.

Un día, mientras paseaba por el parque, Nico se encontró con un grupo de niños que estaban tristes y aburridos. Al preguntarles qué les pasaba, descubrió que habían perdido su pelota favorita en el lago del parque.

Nico no dudó ni un momento en ayudarlos. Se quitó los zapatos y las medias, y se metió al agua para buscar la pelota. Después de varios minutos de búsqueda, finalmente la encontró y la devolvió a los niños.

-¡Gracias Nico! -dijeron los niños emocionados-. Eres el mejor. Nico sonrió y les dijo:-No hay nada más importante que hacer felices a los demás. Desde ese día, Nico se convirtió en el héroe del vecindario.

Siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara y nunca dejaba de hacer reír a nadie con sus ocurrencias. Pero un día todo cambió cuando llegó una tormenta muy fuerte al vecindario. Las calles se inundaron rápidamente y muchas casas quedaron sin electricidad ni agua potable.

Nico decidió salir a recorrer las calles para ver si alguien necesitaba ayuda. Fue entonces cuando vio una casa abandonada donde había un gato atrapado en el techo debido al agua acumulada.

Sin pensarlo dos veces, Nico trepó hasta el techo para rescatar al gato. Pero justo cuando lo tenía en sus brazos, una rama cayó sobre su pierna y lo hizo caer al suelo.

Los niños del vecindario encontraron a Nico tirado en el piso, herido y sin poder moverse. Lo llevaron rápidamente al hospital donde los médicos le dijeron que tendría que estar en reposo durante varios meses para recuperarse.

Nico se sintió triste por no poder ayudar a los demás como solía hacerlo, pero los niños del vecindario no dejaron de visitarlo y animarlo con sus ocurrencias. Poco a poco, Nico comenzó a recuperarse gracias al cariño y la ayuda de todos.

Y aunque ya no podía correr ni saltar como antes, seguía siendo el señorcito más gracioso y querido del vecindario. -Lo importante -les decía Nico a los niños- es nunca perder la sonrisa ni la alegría de vivir. Siempre hay una forma de ayudar a los demás desde donde estemos.

Y así fue como Nico se convirtió en un ejemplo para todos, enseñándoles que la verdadera felicidad está en hacer felices a los demás.

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