Nico, el ratón que no pudo alcanzar las estrellas



En un pequeño rincón del bosque, vivía un ratón llamado Nico. Era un ratón curioso y soñador, que pasaba sus días buscando aventuras. Pero lo que más deseaba era alcanzar las estrellas que brillaban en el cielo cada noche.

Una tarde, mientras soñaba con las estrellas, su amiga la ardilla Clara se acercó y le preguntó:

"Nico, ¿por qué te ves tan triste?"

"Quiero alcanzar las estrellas, Clara. Son tan bellas y parecen tan cerca, pero nunca logro llegar hasta ellas".

Clara, siempre optimista, le respondió:

"Pero, Nico, ¿no te das cuenta de que hay muchas maneras de tocar las estrellas sin tener que volar?"

Nico se quedó pensando, pero no se le ocurrió ninguna. Entonces decidió preguntarle al búho Sabio, que se decía que conocía la respuesta a todo.

Esa noche, cuando el búho estaba despierto, Nico se acercó:

"¡Hola, Sabio! ¿Cómo puedo alcanzar las estrellas?"

"Ah, querido Nico, para alcanzar tus sueños, primero debes encontrar el camino hacia ellos. ¿Cuáles son las estrellas que quieres tocar?"

El ratón, emocionado, le habló de sus sueños de ver el mundo desde las alturas y de vivir una aventura. El búho lo escuchó atentamente y le dijo:

"Debes construir un plan, pequeño amigo. Empezá por tus pequeños objetivos. Muchas estrellas forman una constelación, y así como cada estrella es importante, lo son también los pequeños pasos".

Motivado por el consejo, Nico comenzó a hacer un plan. Primero, decidió escalar la colina más alta del bosque para obtener una mejor vista del cielo. Se preparó para el ascenso y partió al amanecer.

Mientras subía, se encontró con diferentes animales que le dieron ideas para su aventura. Primero se topó con el conejo Rocco:

"Hola, Nico, ¿a dónde vas?"

"Voy a ver las estrellas desde la colina, pero me gustaría saber cómo llegar más alto".

"Podés saltar muy alto si entrenás tu salto. Practicá a diario y lo lograrás".

Siguió su camino y encontró a la tortuga Marta, que también tenía una idea:

"Nico, no todo es velocidad. A veces, la paciencia y la constancia te llevan más lejos".

Así, cada amigo que conocía le daba una parte del consejo que necesitaba. Al final, llegó a la cima de la colina y quedó sin aliento, pero tan contento como nunca. Desde allí, pudo ver cómo el cielo se llenaba de estrellas.

Sin embargo, al intentar tocarlas, se dio cuenta de que aún estaban lejos. Dijo para sí:

"Quizás no puedo alcanzarlas, pero las puedo admirar desde aquí".

Bajó la colina con una sonrisa en el rostro, y mientras caminaba, pensaba en todo lo aprendido. Se dio cuenta de que alcanzar las estrellas no significaba necesariamente tocarlas, sino compartir sueños, aprender de sus amigos y disfrutar del camino.

Esa noche, al mirar el cielo estrellado, le contó a Clara su aventura:

"Claro, al final no toqué las estrellas, pero aprendí tantas cosas".

"¡Eso es lo más importante, Nico!" respondió Clara.

"Tus sueños son como las estrellas, y aunque a veces no puedas alcanzarlos, siempre podrás acercarte a ellos".

Desde entonces, Nico siguió soñando y explorando, siempre recordando que los pasos que daba eran tan importantes como el destino. La vida estaba llena de estrellas en el camino, y cada amigo que lo acompañaba lo ayudaba a brillar un poco más.

FIN.

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