Nico Gunterr y su amor por los Trabas



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Nico Gunterr. A Nico le encantaban las aventuras y sobre todo, las cosas que giraban, como las ruedas de su bicicleta, los trompos, y sobre todo, los trabas de papel para sujetar hojas.

Desde pequeño, Nico tenía un vínculo especial con los trabas. Para él, no eran solo simples objetos; eran herramientas mágicas que podían unir papeles y crear proyectos increíbles. Cada vez que Nico veía una traba, su imaginación volaba.

Un día, mientras estaba en su casa, Nico decidió hacer un concurso de talentos en su escuela: “¡El Gran Concurso de Talento de los Trabas! ”

- “Voy a hacer algo espectacular. ¡La gente no sabe lo que pueden hacer los trabas! ” - exclamó Nico emocionado.

Nico comenzó a preparar su presentación. Hizo un gran cartel que decía “¡Todo lo que pueden crear los Trabas! ” e invitó a sus amigos a participar. La idea era mostrar cómo podían utilizar las trabas para hacer juguetes, adornos y hasta obras de arte.

Mientras tanto, sus amigos Pablo y Mariana no estaban tan entusiasmados.

- “Nico, ¿de verdad creés que las trabas pueden ser tan interesantes? Todo el mundo las usa solo para sujetar papel. No son para hacer otras cosas”, dijo Pablo, encogiendo los hombros.

- “Espera a ver lo que voy a conseguir”, respondió Nico con una enorme sonrisa, determinado a demostrarles que los trabas podían ser mucho más que eso.

Con la ayuda de su papá, Nico empezó a reunir materiales. Cortó papel de colores, juntó cartones viejos y decidió crear una instalación artística gigante en la plaza de su barrio.

El gran día del concurso llegó. Nico decoró todo con sus creaciones. Había flores de papel sujetadas con trabas, un robot de cartón que podía moverse, y hasta un juego de puntería donde debías lanzar pelotitas a un aro hecho con trabas. La plaza estaba llena de colores y diversión.

Cuando el jurado llegó, estaban asombrados por la creatividad de Nico. Pero no todo fue fácil. Durante el concurso, un fuerte viento sopló y todo se desarmó. Las flores volaron, los papeles cayeron, y el robot se desarmó. La tristeza invadió a Nico.

- “¡No puede ser! Todo mi trabajo se fue por el aire…” - lloró Nico mientras corría a recoger sus cosas.

Sin embargo, sus amigos, al ver la frustración de Nico, decidieron ayudarlo.

- “Vamos, Nico, esto no se acaba aquí. ¡Rearmemos todo! ¡Lo que hiciste es increíble! ” - dijo Mariana.

- “Sí, ahora se ve más divertido que nunca. ¡No hay nada que no podamos arreglar! ” - se sumó Pablo.

Juntos, construyeron de nuevo la instalación, pero esta vez, algo curioso sucedió: improvisaron y el resultado era aún más asombroso. Cada uno puso su toque personal, y las trabas se convirtieron en lo más divertido de la tarde.

Al finalizar el concurso, los jurados no podían creer lo que veían.

- “Esto es genial, nunca habíamos visto algo así. Nico, has demostrado que incluso los objetos más simples pueden convertirse en grandes obras de arte si ponemos amor y creatividad en ellos”, dijo la juez.

La presentación de Nico fue un verdadero éxito. No solo ganó el concurso, sino que enseñó a todos a valorar las pequeñas cosas y a trabajar en equipo para superar los obstáculos.

Desde entonces, en el barrio, los trabas se convirtieron en símbolo de creatividad y unión. Todos los niños empezaron a verlas con otros ojos, y Nico, con su amor por los trabas, se convirtió en un verdadero referente de innovación.

Así, el concurso de talentos de Nico no solo celebró la creatividad, sino que se transformó en una hermosa lección de amistad y colaboración. Nico aprendió que, aunque a veces las cosas pueden no salir como uno espera, siempre hay espacio para construir algo nuevo y sorprendente, especialmente con la ayuda de amigos tan geniales.

Y así, en el pequeño barrio de Buenos Aires, los trabas siguieron uniendo papeles y corazones, porque son herramientas mágicas cuando tenemos la imaginación y la buena compañía.

FIN.

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