Nicol y el Bosque misterioso
Había una vez una niña muy linda llamada Nicol. Tenía ojos brillantes y una risa contagiosa. Un día, decidió visitar a su querida abuela que vivía en una casa encantadora, cerca de un bosque. Nicol sabía que su abuela le había preparado un rico pastel de frutas, así que salió con mucha energía y emoción.
Mientras caminaba, el camino hacia la casa de su abuela se volvió confuso y lleno de sombras. El bosque era muy feo y extraño, con árboles retorcidos y plantas que parecían mirarla.
"Tengo que seguir adelante", pensó Nicol, y comenzó a cantar para animarse. Pero después de un rato, se dio cuenta de que no sabía por dónde había venido.
"¿Dónde estoy?" cuestionó Nicol, un poco asustada.
Finalmente, después de un largo recorrido, logró encontrar la casa de su abuela. Sin embargo, al entrar, se dio cuenta de que la mesa estaba vacía.
"¡Oh no!" exclamó desanimada, "he perdido las frutas para el pastel de mi abuela".
Decidida a ayudar a su abuela, Nicol decidió aventurarse de nuevo en el bosque en busca de las frutas frescas. Caminó y caminó, pero el bosque parecía cada vez más extraño. De repente, encontré a una figura oscura que permanecía oculta entre los árboles. Era una persona malvada, con una mirada fría y una sonrisa desafiante.
"¿Qué haces aquí, pequeña?", dijo el extraño.
"Solo estoy buscando algunas frutas para mi abuela", respondió Nicol con valentía, aunque sentía un nudo en el estómago.
"¿Frutas?" el hombre se acercó más, "¿por qué no mejor me traes un tesoro? Así te ayudaré a encontrar las frutas".
Nicol, sintiendo que debía ser astuta, le dijo: "No tengo un tesoro, pero sé que la bondad es un verdadero tesoro en este bosque. Si me ayudas, podrías descubrirlo tú también". El malvado, sorprendido por sus palabras, se detuvo un momento a pensar.
"¿Y cómo puedo encontrar esa bondad?" preguntó, su tono un poco más amable.
Nicol, aprovechando la oportunidad, le contó sobre su abuela. "Mi abuela siempre comparte lo que tiene, y creo que tú también podrías hacerlo. A veces, una simple acción bondadosa puede transformarte".
El hombre malvado, intrigado, decidió acompañar a Nicol en la búsqueda. Juntos empezaron a explorar el bosque. Lo que antes parecía oscuro y extraño comenzó a cobrar vida a través de las historias que contado. Encontraron frutas brillantes colgando de los árboles.
"Mirá, Nicol, ¡hay un montón!" exclamó el hombre, sintiendo esperanza por primera vez.
Juntos recogieron las frutas y se dirigieron a la casa de la abuela de Nicol. Al llegar, Nicol dijo: "Abuela, ¡he traído las frutas y un nuevo amigo!"
La abuela de Nicol, al ver al extraño, sonrió y le dijo: "Deberías quedarte a probar mi pastel. La bondad siempre se recompensa".
Y así, el hombre malvado se convirtió en un buen amigo gracias a la valiente Nicol y su corazón bondadoso, y nunca más se sintió solo. Nicol aprendió que, aunque el mundo podía ser un lugar temido, siempre había un rayo de luz en la bondad que llevamos dentro.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.