Nicolás Milipil y el Poder de la Risa



Era una vez en un pueblito lleno de colores, donde vivía un niño llamado Nicolás Milipil. A Nicolás le encantaba contar chistes cortos y hacer reír a todos sus amigos, que siempre lo rodeaban en el patio de la escuela.

Un día, Nicolás decidió organizar un concurso de chistes en la plaza del pueblo. Estaba seguro de que todos disfrutarían y que sería una gran manera de unir a la comunidad.

"¡Voy a conquistar a todos con mis mejores chistes!" - pensó Nicolás, emocionado.

A medida que los días pasaban, Nicolás se preparaba y practicaba con su mejor amigo, Tomás. Juntos se reían de cada ocurrencia.

"¿Por qué la escoba está siempre contenta?" - preguntó Nicolás.

"No sé, ¿por qué?" - respondió Tomás.

"Porque siempre barre con todo!" - dijo Nicolás, y ambos estallaron en risas.

El día del concurso llegó. La plaza estaba llena de familias, amigos y curiosos. Nicolás se sintió un poco nervioso, pero el apoyo de sus amigos lo hizo sentir mejor.

"¡Bienvenidos al gran concurso de chistes!" - gritó Nicolás al microfono, y la multitud lo aplaudió.

Los participantes comenzaron a contar sus chistes, algunos eran graciosos, otros no tanto. Pero cuando llegó el turno de Nicolás, sabía que debía dar lo mejor de sí.

"¿Qué le dijo una pared a otra pared?" - preguntó con una gran sonrisa.

"No sé, ¿qué le dijo?" - preguntó alguien del público.

"¡Nos encontramos en la esquina!" - exclamó Nicolás y todos soltaron una carcajada.

El concurso continuó, y Nicolás fue recibiendo más aplausos con cada chiste que contaba. Sin embargo, notó que entre el público había un niño que no reía. Se llamaba Lucas y tenía muy mala suerte. Siempre que trataba de contar un chiste, algo salía mal y se quedaba en silencio. Nicolás decidió que quería ayudarlo.

"¿Te gustaría contar un chiste conmigo?" - le preguntó Nicolás a Lucas cuando terminó su turno.

"Pero, ¿y si me olvido?" - respondió Lucas, nervioso.

"No te preocupes, ¡solo sigue mi lead!" - lo animó Nicolás.

Así que cuando llegó el momento de Lucas, Nicolás subió al escenario con él.

"¿Por qué los pájaros no usan Facebook?" - preguntó Nicolás.

"No sé, ¿por qué?" - dijo Lucas, temblando de nervios.

"Porque ya tienen Twitter!" - respondió Nicolás, y Lucas, sintiendo el apoyo de su amigo, gritó:

"¡Y también porque son muy voladores!" - y la multitud estalló en risas.

Ese fue el momento en que Lucas se dio cuenta de que no tenía que tener miedo.

"¡Yo también puedo hacer reír a la gente!" - exclamó emocionado.

El concurso continuó y al final, Nicolás y Lucas recibieron el premio a la mejor actuación conjunta. Ambos estaban felices.

"Lo logramos, amigo!" - dijo Nicolás.

"Gracias por ayudarme a encontrar mi voz" - respondió Lucas, con una gran sonrisa.

Desde ese día, Nicolás y Lucas se convirtieron en grandes amigos y juntos continuaron compartiendo risas y chistes por todo el pueblo, recordando que la risa era un gran poder que unía a las personas. Y así, el pueblo siguió lleno de colores y risas, gracias a un niño llamado Nicolás Milipil.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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