Nicolas y la estrategia confiada


Nicolas era un niño muy especial. Desde pequeño demostró ser muy inteligente y aplicado en todo lo que hacía. Siempre estaba leyendo libros, haciendo ejercicios matemáticos o investigando sobre algún tema que le interesaba.

Un día, Nicolas se enteró de una competencia escolar en la que debían realizar distintas pruebas de habilidad mental. Él estaba seguro de que podía ganarla y decidió inscribirse.

El día de la competencia llegó y Nicolas estaba nervioso pero emocionado al mismo tiempo. La primera prueba consistía en resolver un rompecabezas complicado en menos de 5 minutos. Nicolas tomó el rompecabezas y empezó a trabajar inmediatamente.

En menos de 2 minutos, ya había completado el puzzle y todos los demás niños lo miraban sorprendidos. La segunda prueba era aún más difícil: debían responder preguntas de cultura general en un tiempo limitado. Pero para Nicolas no fue ningún problema, ya que sabía las respuestas a todas las preguntas.

Sin embargo, cuando llegó la tercera prueba, todo cambió. Debían correr una carrera con obstáculos y saltos sobre bancos. A pesar de ser veloz, Nicolas nunca había corrido una carrera así antes y no sabía cómo hacerlo bien.

Los otros niños salieron corriendo rápidamente mientras él seguía detrás sin saber qué hacer exactamente. Pero entonces recordó algo importante: su padre le había enseñado a pensar siempre antes de actuar impulsivamente.

Entonces detuvo su carrera por unos segundos para observar detenidamente el recorrido del circuito e identificar los obstáculos más complicados y peligrosos; luego analizó sus propias habilidades para saltar y correr. Finalmente, comenzó a correr con una estrategia clara en su cabeza.

A medida que avanzaba, Nicolas fue saltando los obstáculos con precisión y rapidez, superando a algunos de sus competidores. Cuando llegó al final del recorrido, había logrado un tiempo impresionante que lo colocó en el primer lugar de la carrera.

Los otros niños se acercaron a felicitarlo y Nicolas comprendió que no solo era importante ser inteligente y estudioso, sino también tener habilidades físicas y saber cómo aplicarlas de manera efectiva.

Desde ese día, Nicolas continuó siendo un niño inteligente y aplicado pero también aprendió a ser más estratégico en todo lo que hacía y a tener confianza en sí mismo para enfrentar nuevos desafíos.

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