Nicolás y los Osos Hablantes
Había una vez un niño llamado Nicolás, que tenía una gran curiosidad por la naturaleza. Un día, decidió aventurarse en el bosque cercano a su casa. Mientras exploraba, se topó con un oso enorme y animal, que lo miraba con curiosidad.
- Hola, pequeño humano -dijo el oso, sorprendido por la valentía de Nicolás.
Nicolás, asustado, dio un salto hacia atrás.
- ¡Un oso que habla! -exclamó, con los ojos muy abiertos.
Sin embargo, el oso parecía más amistoso que peligroso.
- No te preocupes, no quiero hacerte daño. Pero, si me dejas, llamaré a mis amigos.
Nicolás, temeroso pero curioso, asintió con la cabeza. El oso, que se llamaba Bruno, se dio vuelta y empezó a gritar.
- ¡Chicos, vengan a conocer a nuestro nuevo amigo!
De pronto, varios osos aparecieron, todos hablando entre ellos. Nicolás, pavoneándose de su valentía, decidió correr. Sin embargo, al ver la estampida de osos detrás de él, su valentía se desvaneció.
- ¡No! ¡No, esperen! -gritó Nicolás mientras corría, y los osos comenzaron a reírse.
- ¡Espera, Nicolás! -gritó Bruno, divertido.
- ¡No te haremos daño!
A medida que corría, Nicolás comenzó a cansarse.
- ¡Ay, tengo que parar! -murmuró. Al darse la vuelta, se dio cuenta de que los osos eran muy amigables y habían dejado de perseguirlo.
Cuando el pequeño Nicolás se detuvo, se desmayó del cansancio. Pero los osos lo cuidaron con ternura.
Cuando despertó, se encontró rodeado de ellos.
- ¿Estás bien, Nicolás? -preguntó otra vez Bruno.
- Te cuidamos. Nunca hicimos daño a un amigo.
Nicolás, aún un poco aturdido, sonrió.
- ¡Qué interesantes son ustedes! Nunca imaginé que los osos pudieran hablar y ser tan amables.
- Es hora de que conozcas nuestro mundo, pequeño humano -dijo otro oso llamado Lía.
- Ven, te vamos a mostrar cómo vivir en armonía con la naturaleza.
Intrigado, Nicolás decidió seguir a los osos. Ellos le enseñaron sobre las plantas, los animales y cómo cuidar el bosque. Descubrió que cada ser es importante en el ecosistema.
- ¿Sabías que los árboles son nuestros amigos? Sin ellos, no tendríamos aire limpio -le explicó Lía mientras señalaba un frondoso roble.
- Y nosotros, los osos, también ayudamos. Cuando comemos frutas, dispersamos las semillas por el bosque.
Nicolás estaba fascinado y pronto se dio cuenta de que no solo era un visitante, sino un protector de ese lugar tan especial. Con el tiempo, se forjó una gran amistad con los osos, y juntos comenzaron a cuidar el bosque.
Un día, mientras reconstruían un refugio para aves que se había caído, Nicolás tuvo una idea.
- ¡Deberíamos invitar a los demás niños del pueblo! Ellos también deberían aprender sobre el bosque y cómo cuidarlo.
Bruno y Lía se miraron emocionados.
- ¡Es una gran idea! -exclamó Bruno.
- Cuantos más seamos, más podemos ayudar.
Y así fue como Nicolás y los osos organizaron un día de exploración y aprendizaje en el bosque. Invitaron a todos los niños del pueblo, quienes, al principio, estaban un poco asustados por la idea de conocer a los osos. Sin embargo, después de escuchar que eran amigos, se llenaron de valor.
Ese día, mientras jugaban y aprendían, Nicolás se sintió más feliz que nunca. Todos juntos recogieron basura, plantaron flores y ayudaron a restaurar el hogar de muchos animales. Los niños descubrieron lo importante que era cuidar la naturaleza y vivir en armonía con ella.
Así, Nicolás no solo hizo nuevos amigos, sino que también se convirtió en un defensor del bosque. Y desde ese día, cada vez que alguien se perdía, ya no había que temer a los osos, sino que todos sabían que podían contar con ellos como amigos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.