Nieve, el milagro de la amistad
Había una vez una familia muy unida que vivía en un hermoso pueblo de Argentina. Tenían dos hijos, Sofía y Mateo, a quienes les encantaba pasar tiempo al aire libre y jugar con su perro llamado Nieve.
Nieve era un perro blanco y esponjoso que siempre estaba lleno de energía. Acompañaba a los niños en todas sus aventuras y les brindaba amor incondicional. Pero un día, mientras estaban jugando en el parque, ocurrió algo terrible.
Sofía había lanzado la pelota hacia el lago sin darse cuenta de que Nieve estaba tan cerca. El pobre perro se lanzó tras la pelota sin pensarlo dos veces y terminó cayendo al agua.
Sofía y Mateo gritaron desesperados mientras veían cómo Nieve se alejaba nadando. Pasaron los días y no había rastro de Nieve. La familia estaba devastada por su pérdida. Todos extrañaban su alegría y compañía en casa.
Los niños no querían jugar ni salir a divertirse sin él. Un día, mientras caminaban por el centro del pueblo buscando alguna señal de Nieve, vieron un cartel pegado en una farola: "Se busca: perro perdido".
Era una foto de Nieve con la dirección de una casa cercana. Sofía saltó emocionada e impulsó a toda la familia a ir rápidamente hasta esa dirección para averiguar si era realmente su amado perro perdido.
Llegaron a una pequeña casa donde vivían dos ancianos amables llamados Don Carlos y Doña Rosa. La pareja recibió a la familia con calidez e invitó a todos a entrar en su hogar.
Allí, entre lágrimas de alegría, contaron cómo habían encontrado a Nieve nadando en un río cercano y lo habían llevado a casa para cuidarlo. "- ¡Nieve! ¡Estás aquí!", exclamó Sofía mientras abrazaba al perro con fuerza. "- ¿Cómo llegaste hasta aquí?", preguntó Mateo emocionado.
Don Carlos les explicó que Nieve había logrado salir del agua y caminado durante días hasta llegar a su casa. Había demostrado una gran valentía y determinación para encontrar a su familia nuevamente.
La familia se sintió profundamente agradecida por el amor que Don Carlos y Doña Rosa le habían brindado a Nieve durante ese tiempo. Decidieron organizar una fiesta de agradecimiento en honor a ellos y también para celebrar la reunión con su querido perro.
A partir de ese día, Don Carlos y Doña Rosa se convirtieron en amigos inseparables de la familia. Compartían tardes de mate, paseos por el parque e historias divertidas sobre las travesuras de Nieve cuando vivía con ellos.
La historia de Nieve no solo enseñó a los niños la importancia del cuidado y el amor hacia los animales, sino también la importancia de valorar las amistades inesperadas que pueden surgir en momentos difíciles.
Desde entonces, todas las tardes, la familia disfrutaba juntos en el parque mientras Nieve corría felizmente junto a Sofía y Mateo. Y aunque el accidente había sido terrible, les había enseñado una valiosa lección: nunca dar por sentados esos momentos especiales junto a quienes más amamos.
FIN.